lunes, febrero 19, 2018

La Tempestad, zarzuelópera.


La Tempestad, de Chapí, es una zarzuela/ópera digna de ser escuchada y que se ha repuesto en el Teatro de la Zarzuela después de 90 años en dos funciones en versión concierto. Y, la verdad, merecería haber sido tratada con un poquito más de mimo.

Y lo digo porque la obra es muy interesante. La música tienes en las romanzas su estilo más puramente zarzuelero, pero luego los concertantes y finales de cada cuadro recuerdan mucho a Donizetti, hay partes que son talmente Elisir o Lucia, con toques de Verdi joven o Gounod. Es muy curiosa.

El libreto es convencional y previsible, y aquí con acierto se ha recurrido a sustituir las partes habladas por la intervención de un narrador (Juan Echanove). Al ser en versión concierto, si las hubieran suprimido totalmente habría quedado incomprensible, y si las hubieran dejado nos habríamos aburrido y se habría hecho eterno.

Pero la opción del narrador, muy acertada y muy bien interpretada, tuvo un fallo gordo, y es que en el último cuadro de la obra eliminaron todo el acompañamiento musical, que probablemente sea mínimo (de hecho no está en ninguna de las dos grabaciones que hay en disco) pero es que Echanove terminó de hablar y se apagaron las luces. Ni una mísera coda para concluir. Nos quedamos todos un poco estupefactos, dos segundos sin reaccionar y luego ah, ya, que esto se ha acabado, y aplaudimos. No sé, un chimpón final, qué menos. Pero como desconozco la obra representada (hace 90 años que no se hacía en Madrid), tampoco puedo decir nada.

Otro tema en el que se habría tenido que tener más cuidado es en la orquesta. Lentísima para mi gusto, con silencios exagerados y, según un especialista que tenía al lado, bastante desajustada, se notaba que habían estado escasos de ensayos.


En el terreno vocal, Mariola Cantarero salvó decentemente su parte a base de apianar y hacer filados. Cuando sube la voz se le descontrola, y lo sabe. La supo manejar. Ketevan Kemoklidze estuvo contundente de volumen, técnica y cuerpo, destacando sobre todos los demás en los concertantes, muy bien. José Bros sustituía al previsto Celso Albelo. Muy bien en la zona central y oscilante en el agudo (que, por cierto, nos escamoteó uno en la romanza), cantando como siempre con ese buen gusto y fraseo característico. Correcto y contundente Alejandro López en el breve cometido del Juez y muy bien también Carlos Cosias en el rol de tenor cómico, habitualmente reservado a tenorinos insufribles. Su escena del segundo acto estuvo excelente. Y finalmente Carlos Álvarez, lujazo total, timbre precioso, dicción espectacular, interpretación sentida a pesar de ser versión concierto... nivelazo, vamos. El coro tuvo una muy buena prestación, claro, inteligible, muy bien, particularmente ellas.

En conjunto buena velada, con alguna reserva menor. Yo no sé si esta "zarzuelópera" funcionaría bien representada (salvo Simón y el tenor cómico, el resto son personajes algo acartonados). La dirección escénica se tendría que esforzar mucho. Y ahí no veo yo dónde pueden hacer otra maruxada, jejeje. Pero, sobre todo, merece la pena conocer, escuchar y recuperar esta obra.


Ruperto Chapí
La Tempestad
Mariola Cantarero, Ketevan Kemoklizde, José Bros, Carlos Álvarez, Carlos Cosías, Alejandro López, Juan Echanove.
Guillermo García Calvo.
Teatro de la Zarzuela. Madrid, viernes 16 de febrero de 2018

Grabaciones:
Imposibles de encontrar a no ser en tiendas de segunda mano porque las tiendas de discos casi han desaparecido.

1954 - Ataúlfo Argenta con Manuel Ausensi, Pilar Lorengar, Toñy Rosado, Carlos Munguía, Gregorio Gil y Arturo Díaz Martos.


1969 - Enrique Estela con Alfredo Kraus, Dolores Pérez, Lina Huarte, Francisco Kraus, Santiago Ramalle y Ramón Alonso. 


En vídeo he encontrado una grabación de la Agrupación Lírica de Villena (Alicante), de donde era Chapí. 


 Al día siguiente ya llegaría Marta Sánchez con sus "cositas" y su himno nacional.

jueves, febrero 15, 2018

Street Scene, ni ópera, ni musical sino todo lo contrario.


Street Scene de Kurt Weill en el Teatro Real.
Ya has leído el título, está a caballo entre la ópera y el musical de Broadway sin ser ni una cosa ni otra. Su música se aleja totalmente de la etapa alemana de Weill (más cabaretera) y bebe de la tradición norteamericana (el jazz, el blues, Gershwin y otros grandes de principios de siglo pasado), conservando una esencia "operística".
¿Y eso cómo se come?
Pues difícil de explicar, porque hay que verlo, es una obra única.
El primer acto está estructurado en canicones/números cerrados e independientes y es el que más aspecto de teatro musical tiene. Luego el segundo acto, en el que la acción se precipita, tiene una estructura ya más de ópera.


El texto de Street Scene es muy potente. Lo que podría ser un simple drama verista (¿unos Pagliacci alla Newyorkesa?) viene aderezado por temas siguen siendo controvertidos: el machismo, la xenofobia, la inmigración, los desahucios, el acoso sexual, la mezquindad...

Recomiendo leer los artículos que vienen en el programa de mano, donde explican muy bien qué es y qué no es Street Scene.

Me ha gustado, pero no me ha entusiasmado, y pienso que gran parte del motivo lo tiene la amplificación. Esa misma que le faltaba a "El Cantor De México". Aunque el técnico de sonido ha hecho un trabajo impecable, los micros hacían que todo sonara excesivamente fuerte y... homogéneo. Evidentemente eran necesarios para los cantantes del número con baile, ¿pero para voces como la de Patricia Racette?

La Racette y Paulo Szot están excelentes como pareja protagonista y destacaron sobre un reparto extensísimo y muy apropiado. Buena elección de cantantes. Más que notable la prestación del coro (tanto de adultos como de niños). La orquesta, adecuada, también sonando a toda tralla.


La producción consta de una estructura doble llena de escaleras y barandillas que forma un edificio de vecindad (la versión americana de nuestras corralas). No se me quejen los puristas, todo está en su sitio y es perfectamente fiel a la acción y a la época en la que ocurre. Para mi gusto se ha desaprovechado mucho tanto decorado, por lo menos en el primer acto, en el que la acción transcurre casi toda a pie de calle. En el segundo el conjunto de escaleras da más juego y se involucra más en la trama.

Mención positiva para el cuidado vestuario y negativa para el número de baile (que no pega ni con cola y además no tengo ni idea de quiénes son en el argumento de la obra). De repente la música se despiporra, sacamos unas luces brillantes, movemos el decorado... ¿y salen la pareja de cantantes y SÓLO DOS parejas más de bailarines? Por favor, ¡un poco de espectacularidad! Quedó pobretón.
Al margen, otro problema de la amplificación: en escenas con mucha gente sobre el escenario a veces me resultaba difícil localizar a quien estaba cantando porque todos sonaban igual, estuvieran cerca, lejos, de frente o de espaldas. 

Repito: obra interesante, con su aquél, bien resuelta. No me pareció excelente pero merece la pena ser conocida. También es cosa mía, no de la ópera en sí. Se me hizo un poco pesada. Y eso que tiene canciones muy buenas. Destaco por lo transgresor y magistral combinación de música y texto, el dúo de criadas que pasean bebés casi al final.

Al término hubo aplausos para todos, consistentes pero tampoco muy enfervorizados. Le daré un nuevo repaso ya que pronto habrá vídeo disponible de esta producción, mañana por la tarde se emite en directo en Mezzo Live HD. En el Teatro Real hay 5 funciones en febrero y luego habrá otras tantas en mayo (cosas).



Kurt Weill
Street Scene
Libreto de Elmer Rice
Patricia Racette, Paulo Szot, Mary Bevan, Joel Prieto, Lucy Schaufer, Harriet Williams, Jeni Bern,  Eric Greene, Richard Burkhard, Tyler Clarke, Marta Fontanals-Simmons, Michael J. Scott, Sarah-Marie Maxwel, Dominic Lamb, Laurel Dougall, Scott Wilde, Gerardo Bullón, Geoffrey Dolton, Matteo Artuñedo, Verónica Polo, Kwenya Carreira.
Tim Murray, John Fulljames.
Madrid. Teatro Real. Miércoles 14 de febrero de 2018


Vídeos de otras producciones:


Mira

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