Noche de cuento de hadas en el Liceo este viernes con la Cenicienta de Massenet.
Cendrillon dista de ser una gran ópera. Es más un divertimento, una amable y agradable opereta, tanto en un argumento que no se sale ni un milímetro del conocido cuento (como podría ser la Cenerentola de Rossini) como en una música que, aún con buenos momentos, no está en general muy inspirada.
Juega a su favor que el primer acto es muy sorprendente, con música de pompa y boato, muy brillante, que envuelve enseguida. Si a ello le unimos una producción sensacional y un reparto "de los de Metropolitan", el camino al éxito de la velada está conseguido, ya cuando se apagan las luces por un par de minutos la Cendrillon del Liceu nos tenía conquistados a todos.
Musicalmente hablando, los tres siguientes actos son más rutinarios. Las arias están bien, pero tampoco son un prodigio, en la parte puramente orquestal hay una presentación de princesas al baile que se hace eterna, y sólo en los dúos príncipe-cenicienta la música toma altura de nuevo. Pero ya lo digo, el nivelón artístico fue tal que ya nos tenía al público ganado, y el final fue la explosión de aplausos que merecía.
Joyce DiDonato. Estupenda. Es el papel que le va como anillo al dedo, no tiene graves incómodos, puede lucirse en los agudos y le permite desplegar una elegancia de canto de primerísimo nivel. Aparte, ¿le ha crecido la voz o es que estaba tan cómoda con el rol que lo dio todo sin dificultad alguna? Deliciosa, no se le puede poner una pega. Me gusta aquí mucho más que en barrocos y rossinis.
Alice Coote, el príncipe, a la que sólo había visto en cine en el último Giulio Cesare del Met. Voz plena, intensa, que sube al agudo como si nada, con volumen. No llega a tener la personalidad vocal de DiDonato pero es muy notable. También el papel del príncipe no es tan lucido.
Y las dos mezzos, compenetradas a la perfección, ofrecieron unos dúos de amor espectaculares.
Annick Massis. Sorpresa sorpresa. ¿Es la misma que no me pareció ni chicha ni limoná en una Sonnambula de Bellini hace más de una década en el Real? ¡Pero qué señora! ¡Cómo le ha crecido la voz! ¡Qué gustazo de agudos, sobreagudos y filigranas vocales! Y qué estilazo cantando, moviéndose y actuando como una Mae West.... bueno, mejor Jean Harlow. Se lo pasó en grande y nos lo hizo pasar en grande a los demás. Sensacional.
Seguimos con las señoras. Doña Ewa Podles.
Una de las contraltos favoritas de este teatro, y de donde vaya, porque es soltar uno de sus graves y ya te deja encandilado. Está pasadita de años y ya no tiene ese volumen de antaño, pero es imposible no rendirse a sus pies. Los graves de la casa siguen siendo rotundísimos: baja a la caverna más profunda del centro de la tierra. Pero es que los agudos también están allí. Y si la Massis estaba encantada con el papel, la Podles ni te cuento. Graciosísima de madrastra, qué manera de moverse y de expresarse. Genial. Se metió a todo el mundo en el bolsillo.
Toca un hombre (el único del reparto principal), Laurent Naouri, el papel de padre de Cenicienta. Suficiente en sus intervenciones solistas y elegantísimo y sentido en el dúo con DiDonato. Muy bien como contrapunto a tanta voz femenina.
Las hermanastras, Marisa Martins y Cristina Obregón, cumplieron con creces con sus papeles, pequeños pero lucidísimos. Porque para hacer estos roles no sólo hay que estar graciosas, que lo estaban, sino también a buen nivel vocal, y audibles.
Una batería de comprimarios quedaron también encantados por la varita mágica del hada madrina y, de verdad, no se les puede poner pega alguna. Igual que el coro, integradísimo y entregadísimo.
Vamos, que vocalmente, reparto de campanillas.
¿Y la orquesta?
Pues de lujo, oye. Andrew Davis, artífice de la maravillosa Rusalka del año pasado, levanta el nivel de una partitura a menudo monótona, llevando la orquesta a un sonido rotundo, con brillo, cuidando al cantante. Bravo.
Pero todo esto no hubiera sido suficiente sin la participación del director de escena. Laurent Pelly ilustra el cuento de una manera deliciosa, plagando la ópera de detalles que te impiden que se te vaya la atención. Se pueden comentar mil cosas... no sé, hay que verlo. Yo destacaría la primera aparición del hada con los clones de Cenicienta y el ballet del segundo acto.
Ese ballet es una escena larguísima y bastante rollete. Pero ahí teníamos a un reducido cuerpo de baile (excelente) perfectamente integrado con el coro, convirtiendo lo que podría ser un aburrimiento en una de los más animados fragmentos de la obra.
Con ayuda, claro está, de un vestuario excéntrico a más no poder y de una escenografía que consigue la espectacularidad con elementos bastante sencillos. Todo un acierto.
Existe DVD de la producción, y se pueden encontrar fragmentos por Youtube. Recomendabilísima.
Vamos, que para ser la única ópera de esta temporada del Liceu a la que voy a ir me ha merecido mucho la pena, he tenido el placer de saludar a amigos y conocidos (iba yo como loco por los varios pisos del Liceo) y es un auténtico regalo de Navidad. Salí encantado, una noche de cuento de hadas.
Hay funciones hasta reyes y un segundo reparto. De verdad merece la pena.
Jules Massenet.
Cendrillon
Gran Teatro del Liceo.
Barcelona, viernes 20 de diciembre de 2013.
DiDonato, Massis, Coote, Podles, Naouri, Obregón, Martins.
Andrew Davis, Laurent Pelly
Enlaces:
Página web del Liceu
Youtube
Mp3
Vídeo completo en La Monnaie
DVD Covent Garden