Recital de Juan Diego Flórez
Gran Teatro del Liceo. Barcelona.
30 de noviembre de 2007.
Segundo recital de estrella operística
de clase A al que voy en un mes.
Mi relación con JDF es un poco tensa, pero es que la última vez que lo escuché en directo (aquel recital a dúo con D. Barcellona) me dejó tan frío que borró la fantástica impresión que su Almaviva de Madrid me había dejado meses antes.
Así que... a ver qué pasaba.
Y hay que reconocer que el recital comenzó bien... pero no. Algo fallaba: escuchábamos una bonita voz, con sus agudos , su proyección y tal, pero no acababa de cuajar. Faltaba brillo. Y, francamente, las canzonettas de Rossini a mí siempre me han parecido un ladrillo.
Hasta que llegó el momentazo de la noche. Al igual que la Berganza en sus recitales cuando le hacía mohínes al público, se abanicaba con las manos, se echaba el mantón atrás y exhibía pectoralia, JDF habló y dijo que tenía mucho calor y se le estaba yendo la voz, por lo que rogaba disculpas para ir a tomar agua o un té. Cinco minutillos. Murmullos generalizados.
Y volvió. Y entonces ya sí que sí. Se lució con el aria de Elisabetta de Rossini y apoteósico fin de la primera parte del recital.
Comentarios, corrillos y escapadas furtivas para ver
una demenciada exposición distribuida entre el salón de los espejos, el vestíbulo del teatro y la cubierta fiesta del Liceu. Pero eso será tema a comentar en otra ocasión.
Comienza la segunda parte y han retirado el estrambótico florero que adornaba el escenario. Me imagino a la pobre utilera llorando como una magdalena al ver despreciado su trabajo de composición floral de todo un día, pero los divos son así, nena, si dice que se apaga la calefacción, se apaga. Y si no hay flores, pues no las hay. Ea.
Preciosa, delicada, deliciosa la cancioncilla de Tosti:
Ideale. No la conocía. Una maravilla impecablemente interpretada.
A partir de ahí empiezan las piezas "de efecto": agudos que son braveados por el público (y es que hay que ver lo que nos gusta que nos peguen un buen grito), dos romanzas de zarzuela y una espectacular aria de Linda de Chamounix (bueno, de ella no, de la parte de tenor). Fin del programa.
Venga, va, el recital ha sido un éxito. Aplausos acompasados y...
empieza el festival.
Qué cuatro bises, sinyores:
La donna è mobile,
Ah lève-toi soleil,
Pour mon âme (la odio, la odio y la odio) y una rara de la
Lucrezia Borgia. Y no sólo excelentes por la brillantez de la ejecución y la dificultad de las piezas, sino porque nos dio un par de pistas sobre a dónde puede encaminarse su carrera en el futuro: ojalá vaya hacia el repertorio lírico francés, porque el Roméo fue espectacular. Sobre el Duca de Rigoletto tengo más dudas, pero me quito el sombrero (y el bisoñé si es menester) porque es el primer tenor que oigo que le da el toque cínico-humorístico-machistademierda que tiene el aria. El primero. Aparte, la culminó con un agudo interminable con el que el teatro se cayó a aplausos.
Gran éxito de Flórez y plena satisfacción de haber asistido.
Respecto a la crónica social, Swarovskis aparte, agradezco a
Ximo,
Mei (¡¡¡que no es china!!!) y Colbrán su agradabilísima compañía, me presentaron de pasada a algún integrante del
foro de una noche y me ocurrió
una anécdota bastante surrealista.
Y al día siguiente, Aida.
Pero eso ya es otro cantar (y contar)
Y además, sí que era china (de las de verdad).