Sábado por la mañana en casa, tareas del hogar y... ¡sí! una nueva sesión de Ópera+Plancha.
Dado que el mes que viene tenemos La Traviata en el Teatro Real de Madrid, se me ocurrió repasarme este título, que lo habré escuchado mil veces pero, precisamente por ello, no suelo elegirlo como opción de escucha.
Desde que hemos comprado en casa el dispositivo EzCast es supercómodo ver en la televisión cualquier vídeo desde Youtube seleccionándolo directamente con el teléfono o tablet, así que iba a comprobar qué tal una ópera entera desde Youtube.
¿Y qué Traviata escoger?
Pues mira, me puse a buscar traviatas en el Youtube y vi cuáles eran versiones completas, intentando ver una relativamente reciente, las alternativas eran la de Diana Damrau con Beczala en la Scala de Milán 2014 (que fue muy polémica, y con razón) y la de Natalie Dessay en Aix de 2011.
Pinto, pinto colorito... salió la de Dessay.
Traviata es una ópera de gran soprano, se necesita una voz plenamente lírica pero con cuerpo: el inicio del brindis, las grandes frases del segundo acto y todo el tercero requieren su rotundidad. Pero luego tenemos los gudos y agilidades del Sempre libera y ayyyy, hay que hacerlo todo, si no no vale y el público queda defraudado.
La trayectoria de Natalie Dessay ha tenido cambios importantes. Recuerdo sus inicios de soprano ultraligera (y tómese el ultra en el buen sentido de la palabra, porque era sensacional). Tengo por casa un cd de coloratura jilguero espectacular en el que no me transmitía nada de nada, y su grabación de Lakmé de Delibes, que me gustó muy poco.
Tras su crisis vocal y una operación que sufrió cambió su forma de cantar. Desaparecieron los ultrasobreagudos pero las notas altas las mantuvo y la voz, sin agrandarse (porque el instrumento no daba de sí) se asentó, cogió cuerpo y, sobre todo, profundidad.
Pero lo más importante fue que Dessay empezó a imprimir vida a sus interpretaciones, y una entrega vocal casi visceral acompañada de una interpretación soberbia. Con sus limitaciones naturales, hizo lo que sólo las grandes saben hacer: llevar los papeles a su terreno, y convencer.
Así, impresionó durante la década de los 2000 con su Lucia, Celopatra, Ophélie o Manon.
Pero con el nuevo cambio de década la voz se resintió y para 2011, fecha en la que se estrenó en el papel de Violetta de La Traviata, la tenía ya bastante deteriorada.
Sin embargo, y como se puede ver en el vídeo, Dessay sigue siendo estrella. ¿Y qué hace? Suplir sus carencias con inteligencia. con interpretación verdadera: El primer acto lo sortea con dificultades, llega apurada pero decentemente al final del Sempre libera. En las partes más pesadas, en vez de agrandar la voz artificialmente lo que hace es una introspección del personaje: la voz es la que es, frágil y delicada, como su Violetta. Y así llega a un dúo con Germont notable y a sortear un tercer acto de manera digna.
¿Que no es vocalmente espectacular? Pues no. ¿Que no es un ejemplo de cómo se ha de cantar Traviata? Pues tampoco. ¿Que se le pueden poner muchos peros? Pues mira, sí. Pero es sincera. Está allí y ofrece todo lo que tiene.
A su lado, Charles Castronovo tiene una voz fresca y agradable. No debería soltar el do de la cabaletta, que le afea la actuación. Ludovic Tézier hace un noble Germont, aunque tremendamente monótono (también influye que nunca he soportado el Di Provenza, qué aria más aburrida, por favor).
Sobre la producción me dirás que últimamente estoy muy negativo, pero es
que la cosa tiene perendengues. Y mira que a mí me gustan las
transgresiones.
Aquí te dejo el vídeo, hasta que lo eliminen, para que te hagas una idea.
La próxima sesión de ópera+plancha será Lucia, aviso. Me apetece.