Richard Wagner: Die Walküre
Gran Teatro del Liceo
Barcelona, 31 de mayo de 2008
Alan Held, Evelyn Herlitzius, Waltraud Meier, Plácido Domingo, Jane Henschel, René Pape. Sebastian Weigle.
Versión en concierto (o no, según se mire)
La verdad, es difícil hacer ya un comentario sobre la Valquiria del sábado en el Liceu de Barcelona de tanto que se ha escrito ya.
Que si una función histórica, que si Domingo y Meier megaestupendos, que si Pape tendría que haber cantado el Wotan, que si la orquesta regulín regulán...
¿Por dónde empiezo? Ay qué leche.
Pues eso, que sí, que fue una Valquiria de quitarse el sombrero. Y no tenía intención de ir, pero aquí la amiga CastaDiva canceló su viaje a Barcelona y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, que California aprueba el matrimonio gay y que el viernes iba a la Muerte en Venecia, le pillé las entradas.
La entrada acompañante la ofrecí a amigos y conocidos que podrían estar interesados, pero nada, unos que si ya iban al britten como para meterse al día siguiente 5 horas más con Wagner, otros que si mi marido me mata, otros que si voy a localizar a alguien que... Ya me veía yo entrada en mano en la puerta del teatro cual Kamertoniano de poca pringue. Al final anuncié la entrada en el foro de ópera y zas, la vendí ipsoflauto, pero no sin cierta angustia, porque la compradora estuvo ilocalizable telefónica e internéticamente hasta una hora antes del evento. Y luego me llaman histérico.
A lo que voy. Mi entrada, justo al lado de la que tengo de abono, que ya es casualidad.
La versión era de "concierto-pero no". Es decir, orquesta en el foso, sillas en el escenario y cantantes de gala. Y, en definitiva, para nada de concierto, porque todos los cantantes actuaron, se movieron, interactuaron entre ellos. Es como si hubiera habido una escenografía elemental. Cuántas veces habremos visto decorados esquemáticos para obras wagnerianas. Todo un acierto.
Y después de la ovación inicial... empezó la magia.
Porque lo de Plácido Domingo y Waltraud Meier no se puede definir de otra forma. Qué manera cantar, de sentirlo, de transmitir. Y me da igual que suene cursi decirlo, pero ese final de acto fue antológico. El "Wälse, Wälse" de Domingo hizo que se nos pusieran los pelos como escarpias, vamos.
Si además acompaña un René Pape estupendo, miel sobre hojuelas.
El segundo acto anduvo ya más discutible. Alan Held no tiene una voz tan rica y redonda como sus compañeros de reparto. Estuvo bien, pero eché en falta mayor cuerpo. A su lado estaba la Brünnhilde de Evelyn Herlitzius, muy bien interpretada, fantástica de actuación, pero con un puntito ingrato de color vocal. La Fricka de Jane Henschel era como si saliera la señora Asun de Camera Café en vestido de fiesta. Igual igual. Bien, con tendencia a pegar mucho grito. No me convencieron muchos estos dos dúos, pero la escena final de Siegmund y Brünnhilde, donde la Evelyn se creció al lado de Plácido, y la batalla lograron subir de nuevo los grados.
En el tercer acto entraron ellas. Tremendas, dispuestas a demostrar eso de "anything you can sing I can sing it louder". Pero bueno, son las valquirias, para eso están, ¿no? Para cantar hojothooo, heihaaaaa, heihaaaaaa.
Una vez más, ahí llegó la Meier para dejarnos a todos pasmaos del todo cuando pide a Brünnhilde que la salve. Impresionante. Acaba el acto con el interminable (siempre se me hace muy largo) dúo y bajé un poco la guardia. El caso es que no sentí la intensidad de la relación padre-hija amor-odio que ese dúo debe transmitir, aunque afortunadamente los cantantes fueron a más y el final estuvo bastante imponente. Y eso que las maderas del fuego mágico para mí que hicieron cosas muy raras.
Es que es lo que pasa cuando uno está acostumbrado a escuchar versiones de la Valquiria en las que te empapas de sobresaturación orquestal, que luego te hacen una versión tirando más hacia lo lírico y lento y parece un poco coja. La cabalgata a mí me pareció bastante despropósito, pero luego vienen los entendiods y expertos en la materia y dicen que estuvo estupenda, así que me callo. Pues mira, que digan lo que quieran, pero el fueguecito del final también se las traía.
Conocidos que estaban y a los que no vi, conocidos que no sabía que iban y allí encontré, subidas y bajadas de la cubierta fiesta al salón de espejos y me faltó el pasearme por el bar de la 4ª, pero es que, joder, se montan unas aglomeraciones...
Que estupenda la Valqui, que el acto 1º fue espectacular y que menudo finde barcelonino he tenido (en todos los aspectos, je). Gracias por la entrada, casta. Ah, creo que TODOS tenemos esta foto, ¿no?
Gran Teatro del Liceo
Barcelona, 31 de mayo de 2008
Alan Held, Evelyn Herlitzius, Waltraud Meier, Plácido Domingo, Jane Henschel, René Pape. Sebastian Weigle.
Versión en concierto (o no, según se mire)
La verdad, es difícil hacer ya un comentario sobre la Valquiria del sábado en el Liceu de Barcelona de tanto que se ha escrito ya.
Que si una función histórica, que si Domingo y Meier megaestupendos, que si Pape tendría que haber cantado el Wotan, que si la orquesta regulín regulán...
¿Por dónde empiezo? Ay qué leche.
Pues eso, que sí, que fue una Valquiria de quitarse el sombrero. Y no tenía intención de ir, pero aquí la amiga CastaDiva canceló su viaje a Barcelona y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, que California aprueba el matrimonio gay y que el viernes iba a la Muerte en Venecia, le pillé las entradas.
La entrada acompañante la ofrecí a amigos y conocidos que podrían estar interesados, pero nada, unos que si ya iban al britten como para meterse al día siguiente 5 horas más con Wagner, otros que si mi marido me mata, otros que si voy a localizar a alguien que... Ya me veía yo entrada en mano en la puerta del teatro cual Kamertoniano de poca pringue. Al final anuncié la entrada en el foro de ópera y zas, la vendí ipsoflauto, pero no sin cierta angustia, porque la compradora estuvo ilocalizable telefónica e internéticamente hasta una hora antes del evento. Y luego me llaman histérico.
A lo que voy. Mi entrada, justo al lado de la que tengo de abono, que ya es casualidad.
La versión era de "concierto-pero no". Es decir, orquesta en el foso, sillas en el escenario y cantantes de gala. Y, en definitiva, para nada de concierto, porque todos los cantantes actuaron, se movieron, interactuaron entre ellos. Es como si hubiera habido una escenografía elemental. Cuántas veces habremos visto decorados esquemáticos para obras wagnerianas. Todo un acierto.
Y después de la ovación inicial... empezó la magia.
Porque lo de Plácido Domingo y Waltraud Meier no se puede definir de otra forma. Qué manera cantar, de sentirlo, de transmitir. Y me da igual que suene cursi decirlo, pero ese final de acto fue antológico. El "Wälse, Wälse" de Domingo hizo que se nos pusieran los pelos como escarpias, vamos.
Si además acompaña un René Pape estupendo, miel sobre hojuelas.
El segundo acto anduvo ya más discutible. Alan Held no tiene una voz tan rica y redonda como sus compañeros de reparto. Estuvo bien, pero eché en falta mayor cuerpo. A su lado estaba la Brünnhilde de Evelyn Herlitzius, muy bien interpretada, fantástica de actuación, pero con un puntito ingrato de color vocal. La Fricka de Jane Henschel era como si saliera la señora Asun de Camera Café en vestido de fiesta. Igual igual. Bien, con tendencia a pegar mucho grito. No me convencieron muchos estos dos dúos, pero la escena final de Siegmund y Brünnhilde, donde la Evelyn se creció al lado de Plácido, y la batalla lograron subir de nuevo los grados.
En el tercer acto entraron ellas. Tremendas, dispuestas a demostrar eso de "anything you can sing I can sing it louder". Pero bueno, son las valquirias, para eso están, ¿no? Para cantar hojothooo, heihaaaaa, heihaaaaaa.
Una vez más, ahí llegó la Meier para dejarnos a todos pasmaos del todo cuando pide a Brünnhilde que la salve. Impresionante. Acaba el acto con el interminable (siempre se me hace muy largo) dúo y bajé un poco la guardia. El caso es que no sentí la intensidad de la relación padre-hija amor-odio que ese dúo debe transmitir, aunque afortunadamente los cantantes fueron a más y el final estuvo bastante imponente. Y eso que las maderas del fuego mágico para mí que hicieron cosas muy raras.
Es que es lo que pasa cuando uno está acostumbrado a escuchar versiones de la Valquiria en las que te empapas de sobresaturación orquestal, que luego te hacen una versión tirando más hacia lo lírico y lento y parece un poco coja. La cabalgata a mí me pareció bastante despropósito, pero luego vienen los entendiods y expertos en la materia y dicen que estuvo estupenda, así que me callo. Pues mira, que digan lo que quieran, pero el fueguecito del final también se las traía.
Conocidos que estaban y a los que no vi, conocidos que no sabía que iban y allí encontré, subidas y bajadas de la cubierta fiesta al salón de espejos y me faltó el pasearme por el bar de la 4ª, pero es que, joder, se montan unas aglomeraciones...
Que estupenda la Valqui, que el acto 1º fue espectacular y que menudo finde barcelonino he tenido (en todos los aspectos, je). Gracias por la entrada, casta. Ah, creo que TODOS tenemos esta foto, ¿no?