Lleno casi total en el Teatro para ver a la Netrebka & Friends en un concierto escandalosamente caro.
Como era de esperar, mucho traje azul marino en ellos (¿están de oferta en Milano?, todos del mismo tono) y poco brilli brilli en ellas.
Ignoro si fue el quién-es-quién de la sociedad matritense pero salvo los de siempre no me pareció ver celebrities. Estarían dándole Ajax las tumbas del cementerio del pueblo.
Confusión total a la hora de encontrar mi butaca. Eso de que en el Real en vez de organizarse por pisos y filas lo hagan por nombres de zonas es un follón, ¿qué sentido tiene que la primera fila de sillas esté detrás de la tercera de butacas? Y además hay que ir contando porque los números de detrás de las sillas están a boleo, la 5 al lado de la 8 y así. Una señora inglesa muy peripuesta y yo nos lo pasamos pipa intentando encontrar dónde sentarnos.
Va a empezar el recital. 19:56 horas. ZAS. Señora (creo que del grupo de italianos que tenía delante), se tropieza, se cae redonda al suelo y se pega con la cabeza en el remate metálico de un escalón. Revuelo. Señora B que empieza a decir "¡hay que llamar a una ambulancia!". Finalmente todo el mundo se puede recomponer y parece que va a empezar todo.
Silla sin visibilidad y lateral. Entran dos señores con ese característico aroma de que se han tomado unos vinitos antes. Uno se intenta sentar en MI sitio. Ah, no no. El suyo es éste. ¡Pero si desde ése (su butaca) no se ve NADA!, se me queja. Anda pues claro, ¿en qué teatro se creen que están?
Se obra el milagro. Va a empezar el recital, se cierran las puertas y la fila de delante mío está completamente vacía (sólo ocupada por mi amiga inglesa). ¿Qué hacemos? Pasarnos todos en tropel saltando por encima de butacas. No sé qué precio tendrían, pero calculo que mejoramos unos 100 euros en precio de asiento. La primera en pasarse, la mujer de blanco. Los dos señores del vinito se me sientan al lado.
Como era de esperar, mucho traje azul marino en ellos (¿están de oferta en Milano?, todos del mismo tono) y poco brilli brilli en ellas.
Ignoro si fue el quién-es-quién de la sociedad matritense pero salvo los de siempre no me pareció ver celebrities. Estarían dándole Ajax las tumbas del cementerio del pueblo.
Confusión total a la hora de encontrar mi butaca. Eso de que en el Real en vez de organizarse por pisos y filas lo hagan por nombres de zonas es un follón, ¿qué sentido tiene que la primera fila de sillas esté detrás de la tercera de butacas? Y además hay que ir contando porque los números de detrás de las sillas están a boleo, la 5 al lado de la 8 y así. Una señora inglesa muy peripuesta y yo nos lo pasamos pipa intentando encontrar dónde sentarnos.
Va a empezar el recital. 19:56 horas. ZAS. Señora (creo que del grupo de italianos que tenía delante), se tropieza, se cae redonda al suelo y se pega con la cabeza en el remate metálico de un escalón. Revuelo. Señora B que empieza a decir "¡hay que llamar a una ambulancia!". Finalmente todo el mundo se puede recomponer y parece que va a empezar todo.
Silla sin visibilidad y lateral. Entran dos señores con ese característico aroma de que se han tomado unos vinitos antes. Uno se intenta sentar en MI sitio. Ah, no no. El suyo es éste. ¡Pero si desde ése (su butaca) no se ve NADA!, se me queja. Anda pues claro, ¿en qué teatro se creen que están?
Se obra el milagro. Va a empezar el recital, se cierran las puertas y la fila de delante mío está completamente vacía (sólo ocupada por mi amiga inglesa). ¿Qué hacemos? Pasarnos todos en tropel saltando por encima de butacas. No sé qué precio tendrían, pero calculo que mejoramos unos 100 euros en precio de asiento. La primera en pasarse, la mujer de blanco. Los dos señores del vinito se me sientan al lado.
Empieza el concierto. Anna Netrebko sale con un vestido floreado que parece estampado de tumbona de playa (o parte interior de toldo, en su defecto).
Mi amiga inglesa... SE LEVANTA Y SE VA (¡¡¡!!!)
Para volver al rato con SU amiga inglesa (otra) que había llegado tarde (o que no había encontrado su butaca, claro).
Como todo el mundo sabe, en un teatro serio como el Real puedes estar entrando y saliendo cuando te dé la gana aunque esté la representación iniciada.
¿Y quién fue la damnificada?
¡La señora de blanco!
Qué cara se le puso cuando la segunda inglesa accedió a su sitio. Tuvo que quedarse de pie.
Pero ya estaba maquinando su venganza.
Netrebko nos sorprende con un segundo vestido de lamé o similar color púrpura cerrado desde el cuello a los pies con el que parecía una bola para el árbol de navidad.
La muy cuca nos escamotea La Luce Langue, de Macbeth, que estaba en programa y oh, desaparece.
Aplausos, bravos y algo de bullicio, pero no se llega ni por el forro a las cotas de devoción al divismo que he vivido en otras ocasiones.
Y mira que es raro, porque con los precios era para llegar al paroxismo en la ovación.
Descanso.
No me doy ningún paseo más que al pipi-room porque francamente soy un asocial y lo que voy escuchando en los corrillos tanto de entendidos como de los notengoniputaidea es para cortarse las venas.
Vuelta a mi silla/butaca que no era la mía pero en la que había estratégicamente colocado mi chaqueta para marcar territorio.
Segunda parte.
Lady Macbeth de blanco ha consumado su venganza: se ha sentado en una de las butacas que habían quedado libres en la primera parte y había sido ocupada por otro infeliz espectador, quien al volver se la encontró sentada y con cara de "de aquí no me movéis". Hice bien en colocar mi chaqueta, hice bien.
Los de al lado parece que han seguido en el descanso con su alcoholización progresiva.
Porque la segunda parte fue demencial.
Directamente se dedicaron a grabar TODO con los teléfonos móviles.
Vale, aceptable dentro de lo que cabe.
¿Pero ir pasando vídeo por vídeo vía Whatsapp. Instagram o similar?
Molestísimo.
Como soy una persona muy retraída y discreta no quise montar un expolio. Por lo menos estaban callados. Simplemente colocando el programa de mano al lado de mi cabeza evité la luz blanca de sus teléfonos.
Y lo más curioso.
El que estaba al lado mío NO PARABA de hacer vídeos, mandarlos por Whatsapp y comentarlos. Y sin embargo cuando sonaba la última nota en fuerta de cada pieza se ponía a bravear como si le fuera la vida en ello. ¿En seria????? ¡Si era imposible que lo hubiera disfrutado! O eso o era multitarea, como Windows XP.
Observación: había gente grabando el recital desde la primera fila del patio de butacas.
Y eso se ve desde casi todo el teatro.
Como ya he dicho, el Teatro Real es un sitio muy riguroso y serio.
Pero a ver quién es la lista que le dice a alguien que ha soltado casi 400 napos por butaca que se meta el móvil donde le quepa.
Momento mariculta: Suenan los primeros compases de "E lucevan le stelle" y oigo exclamar a alguien: "¡¡¡La Bohème!!!" Por favor, que se lean el programa por lo menos.
Y así estaba yo, entre los del vinillo y los vídeos braveando todo y la dama de blanco pasándolo mal que no aplaudió NADA.
¡Eso descoloca a cualquiera!
Porque el ambientillo también influye.
Ah, se me olvidaba. Tercer vestido, un palabra de honor blanco como con manchurrones de tinta negra y un collar muy AliExpress que brillaba más que el sol.
Anécdota durante la intervención del barítono: Empieza a sonar un pitido como de acople de micrófono. ¿Micrófonos? Oh, no, será una alarma. Se para la música. Sale Netrebko toda encantada de la vida desde un lateral diciendo "Alarmi". El público ríe alborozado.
¿Micrófonos indiscretos? ¿La alarma antiincendios porque Netrebko y marido se estaban echando un piti entre bambalinas? Ah, misterio.
Termina el programa oficial.
Aplausos, bravos, jaleo, jaleo... pero poco.
Poco poco.
Y primer bis y último: O sole mio, con la Netrebka bailando y dando vueltas sobre el escenario.
A ver, cuando la Gheorghiu hace lo mismo con el Granada con el que cierra los recitales, queda cursi.
La Netrebko haciendo lo propio quedó chabacana. El resultado final es igual de hortera, eso sí.
Para un final de fiesta con unos bises como dios manda pase, pero como ÚNICO bis, un timo.
Una chabacanada a la rusa.
Y no hubo más reclamaciones de bises.
Ah, público conformista.