Norma de Bellini en el Teatro Real de Madrid.
Primera función del segundo reparto, o sea, el re-estreno.
Allá que vamos todos con ganas de disfrutar el viernes por la noche, con el teatro hasta arriba de gente expectante, porque el título es emblemático.
Como yo cambié mi función del Otello es también mi rentrée, o sea que saludos, abrazos y besos por doquier.
Empieza la ópera y... oh, esa obertura, pero qué bríos, ¿no? ¡¡¡Que esto es belcanto puro y duro, oiga!!! Sale el coro y lo mismo, mucho griterío. Llega Pollione y... ¡eh! ¡He dicho Pollione, no Turiddu! Tuvo que aparecer Norma para calmar los ánimos, poner las cosas en su sitio y asentar la representación.
Porque el primer acto fue muy tenso, muy nervioso, muy poco belcantista. Menos mal que salió Angela Meade a poner orden. ¿Reservona, según decían los más críticos? Contenida, diría yo. Y nos ofreció un trío final de acto de agárrate a la barra que te caes. Muy buena.
Porque el segundo acto ya fue otro cantar. Exactamente eso, cantar. La orquesta se suavizó y se metió en situación. A Roberto Aronica se le pasaron los nervios y encajó en el estilo. Y la señora Meade se soltó las rastas de la melena y nos ofreció una Norma rotundísima. Potente, valiente arriba y, lo mejor, con cuerpo abajo. Es verdad que el timbre no es de los más bonitos y que le faltó expresividad, pero estuvo soberbia. También esos ciento y pico kilos de soprano subiendo y bajando escaleras no es para esperar muchas florituras expresivas.
¿Resultado? Pues una ópera irregular al principio, que fue a más y acabó estupenda.
¿El problema? Que es un papel tan exigente que todas las referencias discográficas son de sopranos no-va-más, y claro cualquier representación en directo palidece ante una Sutherland, Sills, Caballé o Callas. Pero señores, al teatro hay que ir a ver, no a comparar. No me hagan como el señor de atrás quien, aparte de pasarse la función entera tosiendo y carraspeando, cuando terminó el Casta Diva soltó un "Prefiero la Callas" en el clásico volumen de voz suficiente como para que todos los que estemos a su alrededor nos diéramos cuenta de lo imbécilmente entedido que era.
Vamos, que si se pulen un poco con el rodaje de las funciones, este segundo reparto de la Norma del Real puede dar muchas satisfacciones. Meade como Norma, buenísima. Aronica un Pollione muy descontrolado al principio que se fue asentando. Veronica Simeoni fue una buena Adalgisa, pero la voz se le iba atrás cuando subía, un poco irregular. Orfila correcto Oroveso, eché en falta más poderío. Buena Maria Miró como Clotilde y estupendo Antonio Lozano en el breve papel de Flavio, qué voz más bonita y sonora. En conjunto, muy buenos solistas. ¿Que se les pueden sacar fallos? Pues sí, pero sacan adelante la obra con solvencia.
Roberto Abbado tiene que decidirse si quiere hacer un Puccini, un Verdi o un Bellini. Se va aclarando en el segundo acto, dejando un poco el chimpón a un lado. Y el coro lo mismo.
Ahora toca el palo a la regie.
Ay, señor, señor. Empieza bien: unas columnas hacen de bosque, ayudadas por proyecciones de árboles sobre el telón gasa. Trajes de época (aprox.) y luego una estructura gigantesca central que es un árbol (o el coxis fosilizado de un brontosaurio) y que sirve tanto de altar como de casa de Norma o pira funeraria, porque se hace omnipresente. Vale, lo aceptamos. Pero se queda un poco soso en el centro del escenario tan grande del Real. Y el colmo viene con unas proyecciones ultracursis de títulos de crédito de telenovela barata con imágenes de los cantantes: Pollione besándose con Adalgisa, Pollione luchando, Norma sufirendo, los niños durmiendo, una especie de escudo... una horterada en toda regla. Y con todo, los movimientos de los cantantes siguen la escuela clásica y rancia del "salgo, me paro, canto, me voy". Afortunadamente con esta ópera (y con tantísimas) es fácil obviar la puesta en escena.
Ya se sabe que yo soy de fácil contentar pero, sinceramente, creo que merece la pena acercarse a esta Norma y, por lo que me han dicho (y van dos) mejor el segundo reparto que el primero con Agresta y Kunde.
Vincenzo Bellini
Norma
Angela Meade, Roberto Aronica, Veronica Simeoni, Simón Orfila, Maria Miró, Antonio Lozano.
Roberto Abbado, Davide Livermore.
Teatro Real. Madrid, viernes 21 de octubre de 2016.