Por fin vuelve La Flauta Mágica a Madrid después de la cancelación de hace dos o tres temporadas. Y, señores, qué velada más disfrutable la de anoche.
En esta Flauta el protagonismo absoluto lo tiene la producción, trabajadísima, llena de imaginación y fantasía. En un homenaje al cine mudo, el el escenario tiene como único elemento una pantalla blanca en la que los cantantes aparecen estáticos en peanas, y todos los decorados son proyecciones. Los diálogos aparecen en carteles negros, con acompañamiento de piano. Como en el cine mudo, vamos.
En esta ocasión la producción lo domina todo, porque los cantantes y la orquesta se tienen que adaptar al "timing" de las proyecciones, o si no podría resultar un desastre. Esto encorseta mucho la labor musical, y hay veces que se tiene la impresión de que están todos excesivamente pendientes de lo que tienen que hacer en cada momento.
Por otro lado, aunque los cantantes estén quietos en sus peanas, es sorprendente el movimiento que tiene la escena, un fantástico trabajo de planteamiento y desarrollo técnico. Aquí otro punto negativo: tanto movimiento acaba distrayendo en ocasiones sobre la ópera en sí. Pero vamos, que yo la disfruté como un enano.
Ésta es una Flauta sorprendente y novedosa, pero tembién muy respetuosa con la obra original. Nos cuenta lo mismo de siempre, pero de otra manera. No hay alteraciones de argumento. ¿Que se centra más en la anécdota que en el fondo y no incide en el mensaje de fraternidad que subyace en el texto? Pues mira, no por poner al coro vestido con túnicas y a Sarastro en plan Gandalf se consigue eso. Y cuántas producciones mierderas de la Flauta nos habremos tragado.
Ahora, los puristas y los perpetuamente indignados seguro que están echando espumarajos de Fairy Cicuta por la boca hablando de la traición a Mozart. Que les den. Yo voy a la ópera a disfrutar, no a criticar, y anoche me lo pasé en grande. La producción nos llega desde la Komische Oper de Berlín, y me comentan que allí hay tortas por las entradas cada vez que se programa.
Y una vez hablado de la espectacular producción (ya lo séeeee, es de lo último que se debe hablar, primero la músicaaaa, pero aquí era necesario) toca el terreno musical.
Comencemos por la orquesta. Ay, la orquesta. Yo no sé si estaba demasiado condicionada por las proyecciones, pero parecía que habían puesto el metrónomo y hala, a tirar p'alante. Un poquito más de energía, señor Bolton, que en la obertura me pegaste un susto de decir "oh, cielos, esto qué va a ser". Luego con tanto encima del escenario quedó más disimuladita, pero ojo, toque de atención por mi parte.
Coro: Fatal cuando cantaba desde los palcos de proscenio (imagino que por culpa precisamente de eso) y muy bien en las dos intervenciones del segundo acto.
El reparto de solistas, muy equilibrado.
Pamina: Sorprendente Sylvia Schwartz, una cantante que me suele dejar bastante "tibio". Ayer estuvo muy metida en papel vocalmente hablando y logró llevarse a su terreno el personaje, adaptándolo a su vocalidad. Su "Ach, ich fühls" fue precioso.
Tamino: Susto inicial de Joel Prieto, pero tras la destemplada aria de salida se entonó y compuso un príncipe muy "mozartiano", cantado con gusto y recursos. Muy bien.
Papageno: Bien Joan Martín-Royo, un poco falto de intención, quizás también condicionado por la producción. Papageno tiene que ser carismático.
Sarastro: Correcto Christof Fischesser, capaz de bajar a las notas del averno y que se le oiga.
Monostatos: Muy bien Mikeldi Atxalandabaso, a quien además se le veía disfrutar de lo lindo haciendo de Nosferatu.
Templadas y suficientemente divertidas las tres damas de la reina y, lo siento, pero decepcionantes los tres niños.
Y llegamos al personaje que, con dos intervenciones (y media) tiene que robar todo el protagonismo de la función: la Reina de la Noche. Ay Ana Durlovski. Vale, sí, tiene el Fa. Pero sólo con tenerlo no puede cantar la reina. Que el papel no son solo los stacatti del segundo acto, leche. Ni autoridad, ni homogeneidad, ni fraseo ni trinos. Eso sí, sobreagudos limpios (y aplauso del personal).
En el vídeo siguiente, la Reina del segundo reparto, Kathryn Lewek (la Teresa del Benvenuto Cellini de Barcelona) lo hace bastante mejor:
No tenemos suerte con las Reinas en este teatro. En la primera Flauta María José Moreno cantó primorosamente pero no llegó a las notas (y si no las tienes no cantas la reina). Y en aquella cosa que nos hizo la Fura cantó una tal Erica Miklósa que hizo unas cosas rarísimas (también iba subida a una grúa furera que pobrecita ella).
Pero bueno, puede decirse que, en conjunto, el elenco estuvo correcto y compensado.
En resumen: una función muy satisfactoria, MUY VISUAL, a la que ir a disfrutar de un espectáculo global.
Programa de mano
Página web del Teatro Real
Cofradía de la Perpetua Indignación
Wolfgang Amadeus Mozart
Die Zauberflöte
Joel Prieto, Sylvia Schwartz, Ana Durlovski, Joan Martín-Royo, Christof Fischesser, Ruth Rosique, Mikeldi Atxalandabaso, Elena Copons, Gemma Coma-Alabert, Nadine Weissmann, Catalina Peláez/Lucía Seriñán, Celia Martos/Chandra Henderson, Patricia Ginés/María Guzmán, Airam Hernández, David Sánchez.
Ivor Bolton, Suzanne Andrade, Barrie Kosky
Teatro Real, Madrid.
Viernes 22 de enero de 2016