Qué descuidado tengo el blog.
La verdad es que un blog necesita mimo y trabajo y como tampoco es que haya mucho feedback por parte de lectores al final uno tira a soluciones más sencillas: un mensaje en twitter, un comentario en un foro, etc.
Pero dadas las circunstancias, creo que merece la pena hablar un poco de esta Traviata que nos ha puesto en julio de 2020 el Teatro Real de Madrid.
Se han marcado un tanto siendo el primer teatro en abrir con 27 funciones de una producción operística completa. ¿En versión semiescenificada Sí, ok, pero producción al fin y al cabo.
Como ya he dicho muchas veces, a mí me da exactamente igual que Violetta salga de una nave espacial o esté en un campo de concentración, lo importante es que haya una coherencia narrativa. Y aquí se ha conseguido, pese a parecer una especie de versión en concierto.
Una Traviata semiescenificada o en semiconcierto para mantener "la distancia social".
Ya habrás visto las imágenes en internet o en la tele: un escenario negro, vacío, con líneas rojas formando una cuadrícula con unos pocos elementos de atrezzo separados para que el coro y los intérpretes se mantengan distanciados y no puedan interaccionar físicamente entre ellos.
Entre eso, el 50% del aforo y un foso de orquesta enorme y también con mucho espacio, el panorama inicial era muy triste.
Afortunadamente en el terreno musical las cosas funcionaron bastante bien.
Y sorprendentemente en el teatral también.
Nicola Luisotti llevó bien las riendas de la función, con una orquesta empastada, siguiendo a los cantantes y evitando el chimpún-chimpún que les da a muchos cuando enfocan a Verdi. Bien en el primer acto, un poco más falto de intensidad en el segundo... pero un tercer acto soberbio desde el preludio, con un acompañamiento ejemplar del Addio del pasato y un final de poner los pelos de punta. Muy bien.
Marina Rebeka tiene una voz con un timbre precioso, volumen y extensión. La voz es muy lírica, puede con las agilidades y tiene el peso suficiente como para llenar todos los registros, arriba y abajo. ¿El pero? Vocalmente es un pelín plana en expresividad, en dramatismo. La voz, no ella. Porque interpretativamente estuvo soberbia y lo suplió con creces. Aparte, hizo algunas variaciones puntuales en el fraseo que le dieron un toque muy personal a su actuación. (Ok, no dio el sobreagudo del Sempre Libera y raspó en el Gioir, minucias, minucias). En los números de conjunto se comía con patatas a todos los demás (como ocurrió cuando cantó Faust). Es muy buena.
Michael Fabiano está alejado de lo que uno se espera del típico Alfredo. Nervioso, vehemente y con un timbre oscuro poco luminoso... no voy a decir que estuviera un poco Turiddu, pero poco le faltó. Afortunadamente se calmó y ya a partir del dúo con el padre fraseó con gusto y terminó marcándose un tercer acto precioso.
Artur Rucinski también estaba contagiado de ese nerviosismo, con un inicio casi violento. La voz es lírica y en el dúo con Alfredo casi podrían haberse intercambiado los papeles padre/hijo. Como era de esperar, se lució en el Di Provenza con un fraseo cuidadísimo.
Mucho más que correctos los secundarios, con mención especial para la Annina de Marifé Nogales. A la Flora casi ni la pude ver porque siempre estaba confinada en un extremo del escenario donde la visión de mi butaca no llega.
El coro es el que más sufrió esta disposición en cuadrícula. Si bien los hombres le dieron al forte en cuanto pudieron y se hicieron notar, ellas dieron una sensación de falta de conjunto, de empaste, en casi todas las intervenciones.
Y ahora el tema de puesta en escena de Leo Castaldi.
O cómo conseguir transmitir todo el drama y la emoción de La Traviata sin que los intérpretes se toquen.
El primer acto resultó raro con cada cantante en su burbuja, pero a partir del segundo, ya metidos en harina, la cosa funcionó muy bien, ayudado por un juego de luces muy inteligente.
El reencuentro de Violetta y Alfredo del tercer acto fue emocionante y dramáticamente superefectivo. Daba exactamente igual que no hubiera decorados. Muy, muy bien.
Vale, sí, el momento final, un rollo Isolda / Suor Angelica mil veces visto. Ahí pinchó. Pero lo que digo, muy emocionante todo.
Resumiendo ¿Que no fue una Traviata superlativa? Pues no, pero contábamos con un trío protagonista de nivel, con una Violetta estupenda. Y la orquesta en su sitio.
El Teatro Real se ha marcado un tanto importantísimo en el panorama teatral internacional.
No sólo siendo el primero en reabrir, sino por las medidas tomadas y por reunir cuatro repartos que, nos gusten más o menos, son cantantes que se mueven por los teatros de más prestigio.
Nos podemos quejar y estar perpetuamente indignados con los líos de las devoluciones, los abonos, las butacas, los repartos... pero hay que reconocerle el esfuerzo y la importancia aunque sea simbólica de estas funciones.
Y ahora vayamos con la paracrónica:
- La entrada al teatro es por franjas horarias para evitar aglomeraciones. Mi hora de entrada era de 19 a 19:15 horas. Luego una vez en el teatro tienes una zona acotada en la que te puedes mover y no se puede ir a otras.
Los acomodadores, dos por puerta, atentísimos, amabilísimos y pendientes del público. Muy jóvenes, se les intuía contratados para la ocasión.
Mi compañera de butaca quiso ir en el entreacto a tomar algo con su hijo, que estaba en otra zona. Se lo comentó a la acomodadora y fue ella personalmente a buscar al hijo y pareja y acompañarlos a nuestra zona de bar.
- Los listillos.
Las butacas "sentables" estaban distribuidas en grupos de dos, separadas por otras dos libres, que estaban precintadas para que nadie se sentara. Un poco absurdo porque mi abono es unipersonal y estaba sentado al lado de una señora a la que no conozco de nada (hace años que ya dejé de pagar la butaca de mi ex porque a las Traviatas se apunta todo el mundo, pero los Emperadores de Atlantis y cosas así acababa invitando a alguien que se quedaba a cuadros o me comía directamente la entrada).
A lo que voy, que me enrollo.
Pues no faltó el listillo que desprecintó las butacas que quiso para cambiarse de localidad.
Lo que se viene llamando conciencia social, vamos.
Bronca justificada de la acomodadora.
- Las liantas.
Mi butaca de abono está en un extremo de fila, al borde de la escalera, de tal manera que procuro sentarme en ella en el último minuto porque si no tengo que andar levantándome cada vez que alguien quiere acceder a su sitio.
Pues bien, unas tres o cuatro butacas a mi izquierda hay un grupo de amigas que en cada función organizan un pifostio considerable intercambiándose sitios, llamando a más amigas de otras zonas y pidiendo a los demás si se pueden cambiar para sentarse juntas. Un clásico. Además, como yo entro en el último minuto, varias veces se han sentado en mi sitio haciendo correr una butaca a casi toda la fila porque pensaban que yo no iba a asistir. Y cuando me voy a sentar, otra vez movimiento. Muy divertido.
Pues ayer se superaron: con el aforo al 50%, distribuidas en dos pisos y zonas distintas... CONSIGUIERON CAMBIARSE para estar todas juntas. Un diez en organización, sí señor.
- Anecdotario.
A mitad del primer acto un grupo de personas de la zona central de Paraíso empiezan a moverse y a salir de la sala muy deprisa, como si alguien hubiera dejado una mochila sospechosa o hubiera tirado una bomba fétida. Acomodadores entrando, ruidos de gente saliendo y volviendo a entrar... un señor que se había desmayado y caído. La acomodadora me contó después que por fortuna no le había pasado nada y le atendió la enfermera del teatro con normalidad.
- Los precios de las barras de bar.
Ya sabemos que tomar algo en el Teatro Real no es particularmente barato pero... que el precio de unas gominolas sea superior al de una copa de vino blanco de Rueda... hombre, por favor. Tuve que decantarme por el ahorro. Es que me obligan.
- Real Cinema. Han tirado el edificio del Real Cinema, enfrente del teatro en la plaza de Isabel II.
Podemos empezar a quejarnos y lamentarnos porque construirán un hotel u otro edificio de apartamentos de luxe pero... Qué perspectiva más bonita se ha quedado tanto desde el teatro real como desde la plaza de los Donados. Qué pena que no lo dejen diáfano, quedaría una plaza preciosa.
Y ya está.
Muy contento e ilusionado de volver al teatro, una buena función, una ocasión lamentablemente histórica y se emitirá por TVE, creo, así que podréis verla si queréis.
En los otros repartos están Matthew Polenzani y Lisette Oropesa como estrellonas, seguro que también se marcan una buena función.
Giuseppe Verdi. La Traviata.
Marina Rebeka, Sandra Ferrández, Marifé Nogales, Michael Fabiano, Artur
Rucinski, Albert Casals, Isaac Galán, Tomeu Bibiloni, Stefano Palatchi,
Emmanuel Faraldo, Elier Muñoz, Carlos García. Nicola Luisotti, Leo Castaldi.
Madrid. Teatro Real. Jueves 9 de julio de 2020.