miércoles, diciembre 20, 2017

La Bohème y el problema de la Ópera-María


Que una Bohème me emocione sólo en el último minuto (y, ¡oh spoiler! después de muerta Mimì) es chungo, muy chungo.

Pero es el problema de la ópera-maría (las llamadas óperas de repertorio, las famosísimas, las que casi todo el mundo conoce y los aficionados nos sabemos al dedillo). Tenemos tantas y tantas referencias de La Bohème que es casi imposible hacer abstracción, borrón y cuenta nueva cuando se asiste a una nueva función.

Pero bueno, yo no soy de los que va a la ópera a comparar, rabiar y sufrir, intento siempre disfrutar. Pero nada, con esta Bohème no ha habido manera.Y me da rabia gastar mi tiempo y mi espacio blogosférico en poner algo mal. Por eso no escribí sobre Butterfly ni Carmen.

Carmen resultó sosa, muy buena producción, buena dirección musical (atropellada, señor director, el preludio es un pasodoble, ¡un pasodoble! no una carrera militar) y unos cantantes que estaban alejados totalmente de estilo pero se les veía conocedores del rol y cumplieron. Ay esa Micaela que, aprovechando el poco volumen de sus compañeros, se convirtió en Brunilde... No salí contento pero tampoco defraudado.

Y la Butterfly contó con una pareja protagonista muy poco adecuada. Pero ahí la señora Jaho se implicó y se metió dentro del papel de tal manera que superó sus truquitos y limitaciones vocales, y arropada por una orquesta que se subía por las paredes, nos arrastró a todos dentro de la ópera de forma incontestable. Pasión, señores, que es Puccini.


Pero con Bohème no ha habido manera.
Partimos de la base de una dirección musical que se queda en aceptable, pero que si nos ponemos tiquismiquis la llamaríamos rutinaria. Y eso que lo que es sonar sonó bien.

Luego tenemos unos protagonistas vocales medianitos. Anita Hartig tiene un bonito timbre, frasea bien... pero la voz no acaba de ser redonda, se queda plana, no está cubierta en absoluto.
Stephen Costello no puede (ni debe) cantar Rodolfo. Punto. Y aquí sí que sería para ponerme a soltar improperios. 
Joyce El-Khouri es una Musetta mona, actúa muy bien y... no se la oye. A su favor, las últimas frases que canta en el 4º acto las hizo estupendamente bien.
El único cantante del cuarteto principal con voz colocada, empaque y presencia fue Etienne Dupuis como Marcello. Muy, muy bien.
Mika Kares cumplió como Colline y Joan Martín-Royo pasó un poco de puntillas por Schaunard. Bien Zapata como Benoit. El coro, muy poco sutil (bien el de niños).

Con esto ni siquiera el poder de la música de Puccini ni la historia de amor y muerte pudieron levantar la función.


La producción es la nueva del Teatro Real en colaboración con Covent Garden y la ópera de Chicago.
Es una producción clásica. La buhardilla es una buhardilla y la taberna una taberna, los habituales rasgavestiduras tienen que esperar al último acto para poner el grito en el cielo porque en vez de bailar se ponen a hacer pintarrajos en las paredes. 
Eso sí, los decorados son muy esquemáticos, la buhardilla parece un stand de Ikea (o la casa de Pippi Langstrumpf) y la taberna es poco más que un bloque negro enmedio de la nada.
El segundo acto desentona con el resto por la profusión de detalles, atrezzo y vestuario, pero también es el acto más vistoso y jovial musicalmente hablando, así que no es criticable. 

Lo que me descolocó fue la visibilidad claramente intencionada de operarios y tramoyistas moviendo los elementos de escenario, así como que se viera en los laterales la maquinaria o al coro esperando para salir a escena. Ignoro qué pretende con esto el director de escena, pero queda cutre.

Lo que sí está muy trabajado es el movimiento de cantantes y el trabajo teatral. Hay actuación y momentos conseguidísimos, como la salida de Musetta en el acto 3 o el juego de la llave. Muy bien.

Con todo esto, sólo me metí en la ópera cuando Musetta dice eso de "Madonna benedetta", que es a... ¿un minuto del final?


No, no me convenció nada.
Quizás el segundo reparto haga algo más.
Este domingo se emite en directo vía Facebook Live y seguro que otras plataformas. Probablemente suene mejor que en teatro.

Cosillas:


Ya no se puede acceder al salón de la 6ª planta a no ser que hayas reservado mesa para tomar algo de picotear en el descanso. Por una parte bien, por otra incómodo porque era un lugar estupendo para estirar las piernas. Ah, las mesas con las sillas de cocina y los manteles blancos lo hacen parecer una casa de comidas.


¿Por qué es tan absolutamente frustrante conectarse a la WiFi del Teatro Real?



Página web del Teatro Real
Programa de mano
Críticas en prensa 
Comentarios



La Bohème
Giacomo Puccini
Anita Hartig, Stephen Costello, Joyce El-Khoury, Etienne Dupuis, Mika Kares, Joan Martín-Royo, José Manuel Zapata, Roberto Accurso.
Paolo Carignani, Richard Jones
Teatro Real, Madrid, martes 19 de diciembre de 2017

lunes, octubre 09, 2017

El Cantor De México. Mariachi y olé.


El Cantor de México inaugura la temporada del Teatro de la Zarzuela de Madrid. Nosotros allá que nos plantamos el sábado, segundo día de función y estreno del segundo reparto.

Pongámonos en antecedentes: se trata de una opereta francesa de 1951, compuesta por Francis Lopez a mayor gloria de Luis Mariano. En su momento, tuvo sopotocientasmil representaciones y se llevó en 1956 al cine en una coproducción española (lo que ya no he logrado averiguar es si hubo versión española del film o si en España se estrenó con las canciones en francés, si hay algún enterado en la sala que me lo diga, gracias).


La obra, de argumento previsible e infumable, era un pretexto para el lucimiento de Luis Mariano, y está salpicada con melodías agradables, amables, más a estilo de revista o comedia musical que de opereta. Sin estrella rutilante de protagonista, la única manera de hacerla asequible a un público actual es contratar un buen director de escena, lo que hizo el Teatro Chatelet de París en 2006 con esta producción que ahora llega a Madrid. La traducción al español es de Enrique Viana y está bastante lograda, no chirría.


Y todos conocemos a Emilio Sagi. Sí, tiene sus "cositas", pero no se le puede negar el instinto teatral que lleva dentro. Consigue dinamizar una obra que sobre el papel sería una sucesión interminable de canciones con inteligentes movimientos escénicos y elementos de decorado vistosos pero no aparatosos. Hasta que llega el "momento Fallas" de apoteosis de cada una de los dos actos, que es un puro delirio kitsch que provocó aplausos en el público cuando apareció. Una horterada en toda regla pero, si provoca esa reacción, bienvenida sea.
El texto está modificado, al menos eso creo, que no conozco el original, porque la segunda mitad es bastante absurda (sí, se hace pesada) y hay algún añadido prescindible (los toques gay) pero la labor de Sagi es encomiable.



A falta de divo protagonista, la estrella y mayor reclamo es la actriz Rossy de Palma, en el papel de "diva intratable". Nada más verla aparecer me temí lo peor: Rossy de Palma haciendo "su" papel y eclipsando a todos. Pero no, afortunadamente no se hace cargante. Rossy tiene sus dos momentos de lucimiento y los aprovecha al máximo (y hay que saber hacerlo bien, porque cantar, lo que se dice cantar, no canta nada). Deslumbra cuando sale pero no acapara el protagonismo. 


Y llegamos a los verdaderos protagonistas:
Emmanuel Faraldo es Vicente. Tenor que canta con gusto, con una facilidad tremenda para el agudo y maestría para cambiar de voz de pecho a falsete. ¿El problema? El volumen, escaso.
Sylvia Parejo es Cri-Cri. Una bonita voz con swing, más de musical que lírica. También le faltó caudal.
Toni Marsol es Bilou, un torrente de voz, sin problema alguno para abordar el papel, muy efectivo en su canción del día de los muertos.
Luis Álvarez, competente empresario Cartoni, tampoco falla.
Destacar como actriz a Ana Goya en el papel de la secretaria Cecile, impertinentemente graciosa.
Maribel Salas y Nagore Navarro lidian con los papeles de las mexicanitas (que tienen toda la pinta de haber sido escritos para esta producción).



La orquesta a cargo de Óliver Díaz suena empastada, melodiosa y en estilo, muy bailable. Quizás un poco lenta a veces, El coro se lo pasa en grande, y se nota.

En resumen un espectáculo muy disfrutable, teniendo en cuenta que lo que se va a ver no es estrictamente teatro lírico al uso. Una bocanada camp que deja con muy buen sabor de boca. Y al final acabamos coreando todos coreando la canción principal. 


Hay más verdad en este Cantor de México que en cualquier prefabricado musical de franquicia con micrófonos de Gran Vía. Si puedes, ve a verlo (y es bastante más barato).


Página del teatro de la Zarzuela

Francis Lopez
El Cantor de México (Le Chanteur De Mexico)
Emmanuel Faraldo, Sylvia Parejo, Toni Marsol, Rossy de Palma, Luis Álvarez, César Sánchez, Maribel Salas, Nagore Navarro, Eduardo Carranza.
Óliver Díaz, Emilio Sagi.
Madrid, Teatro de la Zarzuela, sábado 7 de octubre de 2017.


Ensayos

Vídeo de la producción del Chatelet 2006:


Película de Luis Mariano (calidad infame)



Otra que he encontrado en Youtube



Hala, ya, ¿no?


viernes, septiembre 22, 2017

Lucio Silla de Mozart. Hombre, tanto como una obra maestra...



¡Nueva temporada, nuevo turno, nueva butaca, nuevos compañeros de abono, nuevo todo!
Ay, ¿echaré de menos a la señora que no saluda (superantipática)? ¿Y a la que se toma un vinito antes de la función (supersimpática)? ¿Y al chico de los ojos bonitos? ¿Y al señor que protesta todo todo todo y se empeña en que los demás nos demos cuenta?  ¿Y a la parejita que se hace arrumacos haciendo que todos los de detrás vayamos balancenado la cabeza dependiendo de a qué lado les dé por inclinarse? ¿Con quién voy ahora a tener esas encendidas discusiones en los entreactos, si ahora no conozco a nadie? Repito: Ay, 20 años de abono, justitos, desde el otoño de 1997 con aquel programa doble de Falla. Dos décadas.
Ayer estaba de estreno total.

Y además, con Lucio Silla, de Mozart, de la que no paro de leer que es una obra maestra. Vamos a ver, si tenemos manga ancha con lo que es una obra maestra... pero seamos sensatos, llamarla así es excesivo.


Es una ópera de narrativa dramática muy estática, con un final de sopetón ¿Tres horas y pico de desarrollo para que nos despachen la ópera con un numerito final cortito y pim-pam-pum ya está? Sinceramente, que en el programa de mano el argumento ocupe tres páginas cuando se puede resumir en un párrafo es un exceso. La estructura musical recitativo-aria es hiperclásica. Le falta mesura ya desde la obertura (larguísima), los recitativos (eternos) y las arias da capo, que parece que no se acaban nunca y que sí, son de un virtuosismo ejemplar, pero tampoco es que sean de inspiración máxima. Está el estilo puramente mozartiano, indiscutible, y algunos destellos magistrales (la música que acompaña al recitativo de Giunia antes de acudir al Senado, sen-sa-cio-nal). Vamos, que es una obra notable, pero de ahí a considerarla obra maestra va un trecho.

Con su estatismo y duración (no ayuda nada que la primera parte sean dos horas seguidas) tenía todas las papeletas de convertirse en un auténtico ladrillo, pero mira tú, gracias a un inspiradísimo equipo artístico, la de anoche fue una de esas veladas operísticas de las que sale uno contento.


Empezamos con la orquesta, a cargo de Ivor Bolton, sentado también a uno de los dos claves. Muy bien, dándole el punto justo: ligereza pero a la vez vivacidad, y también intensidad cuando esas partes cuasi gluckianas (glups) la requieren, pero sin caer en un dramatismo fuera de estilo. Siempre lo he dicho: Mozart no es ni Händel ni Verdi, es fácil pasarse por defecto o por exceso. 

El reparto vocal es memorable.

Kurt Streit se tuvo que enfrentar al clásico papel protagonista que ve cómo todos los demás se le comen el pastel de los aplausos, y es que su parte es la menos lucida. He leído que el tenor que estrenó la obra tuvo que ser sustituido por otro tirando a mediocre, y por ello Mozart tuvo que recortar y modificar mucho su parte. Streit cumple en lo vocal sobradamente, y ante lo secundario de su rol lo mejora con una interpretación pelín histriónica, pero muy creíble, del personaje, convertido en un hombre atormentado y lleno de dudas.

Patricia Petibon. Ay, yo la recuerdo de sus inicios de soubrette haciendo auténticas payasadas (muy divertida, eso sí). Con la edad la voz ha evolucionado naturalmente y tiene mayor peso, pero a veces ha abordado papeles que la sobrepasaban, como esa intensísima Alcina del Festival de Aix de hace dos años (impactante, no te la pierdas si puedes), donde hacía un gran trabajo pero los resultados distaban mucho de ser satisfactorios. Había leído cosas muy buenas de su última Manon, y estaba expectante. 

Pues bien, la Petibon es una señora artistaza. El registro sigue siendo amplísimo y puede con las agilidades. Es cierto que la voz suena mate en alguna ocasión y que inclemente rol se lo hacen pasar mal, pero tela con la creación del personaje y el resultado global. En cada nota, en cada endiablado adorno hay vida, hay verdad. No hace falta soltar la metralleta de semifusas perfectas (a modo de algunas otras cantantes que conocemos bien). Su Giunia es modélica en lo expresivo, en la intensidad y en el buen hacer canoro. La triunfadora de la noche.


Silvia Tro Santafé es una todoterreno. Desde la primera nota su emisión limpia, incisiva, llega a todos los rincones del teatro. Sube, baja, se adentra sin miedo en la terrible coloratura y de vez en cuando nos pega uno de sus típicos pepinazos que se meten en la cabeza del personal. ¿Que el aria es difícil? Ahí se las den todas. Estupenda.

Inga Kalna también cumple como Cinna, con un timbre más pastoso y oscuro, pero resolviendo sin problema. Muy bien.


Sigo asombrado de lo brillante y limpio que conserva el timbre de su voz María José Moreno, desde aquellos inicios hace más de veinte años en "las óperas del Moreno" del teatro Calderón de Madrid. Por ella parece que no pasa el tiempo. El papel de Celia es muy curioso, tiene sus agilidades pero no se trata de la rapidísima cascada de coloratura habitual, sino mucho intervalo de notas y mucho matiz. No en vano es el rol más soñador e infantil de la obra. Sin problema para ella, estupenda.

Kenneth Tarver tiene el papel más pequeño de la obra, con algunos recitativos y un aria. Como todas, de las de apretarse los machos. Pues ahí el hombre nos dio una muestra de agilidad y de fiato para quitarse el sombrero. Muy bien también.

El coro fue el único elemento que vi un poco enfollonado, no sé si su caprichosa localización en escena influiría en mi apreciación (ahora escondido, ahora en los palcos de proscenio, ahora saliendo de las profundidades, ahora en la boca del escenario...).


En el apartado escénico, tenemos la puesta de Claus Guth. Bueno, este hombre se ha aprendido lo de la estructura arquitectónica en una plataforma giratoria que va creando distintos ambientes y de ahí no se baja. Ya se lo hemos visto en Parsifal y en Rodelinda, pero en estas dos había más trabajo dramático. También parece que le encargan sólo libretos que son en sí bastante plomo (¡wagnerianos a mí!) porque vamos, llevar a buen puerto Lucio Silla tiene su mérito.

Da igual que la estructura sea como una masa anodina y gris por un lado y con azulejos manchados por otro. ¿Qué es? ¿Un búnker, un psiquiátrico, una sala de despiece cárnico? No lo sabemos, y nos da igual. Podría habernos puesto unas columnitas, unas grecas y medio templo y nos hubiéramos quedado igual, pero entonces ah, claro, si no es feo no es dramático. En fin, pasando.

Lo que no me convence es la solución escénica a cada número. Leo que lo que pretende Guth es escenificar lo que pasa por la cabeza de los personajes. Y más le vale que sea así, porque tal como ocurría en la ópera de la época, el argumento avanza en los recitativos y las arias son de un estatismo desesperante. Sin embargo lo que yo veo es que cada aria tiene "su" ocurrencia escénica, centrada en un elemento. En una juega con fuego, en otra con sangre, otra con un puñal, con un velo, con unas sombras... llegando a una ya muy absurda de Cecilio con él y Cinna haciendo posturitas que no vienen nada a cuento. A mí me ha dado la impresión de que era su idea de hacer más ágil la ópera (junto al movimiento circular de la estructura, claro). En fin, que no está mal, pero no me convence.


Primera parte: dos horas. Descanso. Deserciones (sí, se notaron). Segunda parte: hora y cuarenta. Empieza a las siete y se sale aproximadamente a las once menos veinticinco. No creo que me ponga a escuchar en privado esta ópera, pero desde luego agradezco que me la hayan dado a conocer de esta manera tan estupenda. Salí muy contento y coloratureando yo solito por las calles.

Habrá que esperar a las próximas obras a ver si ficho ya a los compis de abono.


Wolfgang Amadeus Mozart
Lucio Silla
Kurt Streit, Patricia Petibon, Silvia Tro Santafé, Inga Kalna, María José Moreno, Kenneth Traver.
Ivor Bolton, Claus Guth.
Madrid, Teatro Real, jueves 21 de septiembre de 2017.


Críticas no profesionales y desvaríos similares (sí, sí, hasta hablan de Britten)
10 cosas que debes saber sobre Lucio Silla (pero temías preguntar)


martes, septiembre 12, 2017

Rodelinda y Butterfly

Ehhh, que estaba un poco perdido, ¿no?

Sí.

De las óperas del año pasado me he dejado en el tintero dos, Rodelinda y Madama Butterfly. 
¿Por qué?
Pues porque me cuesta mucho escribir sobre funciones que me han decepcionado, no soy ningún crítico, me duele poner a parir a los artistas que, estoy convencido, realizan un trabajo con sus mejores intenciones y luego a mí no me ha gustado. Sí, a no ser que me sienta verdaderamente estafado, no me parece justo echar por tierra todo un proceso de creación en unas cuantas líneas que se leen online.
Pero también soy público, y he pagado por asistir a esas representaciones.

Y mira, Rodelinda me fascinó como concepto, por una puesta en escena genial (y espectacular), pero el reparto que me tocó distaba mucho de ser satisfactorio. La pareja protagonista se esforzaba, pero no me llegaba. Y ahora cómo voy yo, simple espectador, a empezar a ponerlos a caer de un burro. No. 

Gracias a la labor orquestal y, repito, a una ingeniosísima puesta enfocada desde la visión del hijo de Rodelinda y Bertarido, disfruté mucho de un Händel de los tostoncete, la típica sucesión interminable de arias de las que sólo se queda en la memoria el Vivi, tiranno. Ah, sí, hay un dúo precioso. Pero mantuve el interés y, ya digo, me lo pasé en grande, pese al discreto reparto.

El vídeo ha estado colgado en Palco Digital y en alguna otra web de ópera. Merece la pena.


Y la Butterfly es otro cantar.
Por que con una obra de repertorio "ópera-maría" no hay piedad. La hemos visto y escuchado tantísimas veces que exigimos como mínimo un nivel alto-muy alto.

La producción ya la conocemos, tiene más de 15 años y aunque tiene sus hallazgos al final acabas pasando olímpicamente del rollo del rodaje cinematográfico y te centras en el drama de verdad. Para los que no la conocen, muy bien porque está estéticamente muy cuidada, pero los que la hemos visto hasta 4 veces ni nos fijamos en los elementos que distraen de la acción principal.

Aquí quien venció, una vez más, fue Puccini, porque su música acabó arrastrando y superando a todo lo demás: la orquesta se dejó llevar de una manera escandalosa, de matices nada, cada vez que el drama llegaba a una cota climática se desbordaba a lo bestia, provocando la emoción del público. Igual que la Cio Cio San, una soprano que en teoría no podía con el papel (registro medio/grave ausente, volumen limitado) pero que lució una entrega y un registro expresivo tales que nos puso el corazón en un puño. Del tenor mejor no hablar porque casi ni lo oí (no, no me tocó el del primer reparto, tan criticado por sus bocinazos, pero ojalá hubiera sido él el que cantó). Así pues, una Butterfly con elementos también muy discretitos pero que en su globalidad consiguió apasionar.

También está disponible por tiempo limitado el vídeo en diversas plataformas web.



Y ya está, la semana que viene comienza mi temporada en el Real, en otro turno, en otra butaca, con un Mozart de los que no conoce ni el Tato (bueno, las listillas de costumbre ya nos vendrán a decir que es una ópera esencial y obra maestra, etc). ¿Qué nos deparará?

jueves, junio 15, 2017

Temporada de Ópera del Teatro Real de Madrid 2017 2018

Pues voy a darle un repasito a la temporada del Real 17 / 18.
Lo primero, este año, y después de 20... ¡dejo mi abono de turno B!
Oooooooooh, una pena, le había cogido cariño a una butaca que ya tenía hecha la forma de mis posaderas, pero las circunstancias son las que son y... me paso al turno A. ¿Echaré de menos a la maleducada que no saluda, al que protesta todo, a la que huele a vinito...? Seguro, pero me encontraré con nuevos compis de abono.

A lo que voy, veamos lo que nos ha preparado el Teatro Real de Madrid para 2017/2018.

1. Lucio Silla, de Mozart.


La verdad, no la conozco y me temo un rollete mozartiano, ¿alguien que la viera en Barcelona puede avanzarme algo???? Kurt Streit, la Petibon, Silvia Tro y Pepi Moreno.


2. Carmen, de Bizet

Sopotocientas funciones para la producción del enfant térrible de la ópera burgalés, Calixto Bieito, con muchos hallazgos (ese cuarto acto brutal) pero también ya muy vista. Tres repartos, a mí me toca el segundo, con Cármenes que me son totalmente desconocidas. Disfrutons y a ver qué tal la dirección musical.


3. La Favorite, de Donizetti



Versión en concierto de la versión francesa, con el reclamo de Jamie Barton y Javier Camarena.


4. La Bohème, de Puccini


Ayyy, lo de poner La Bohème por navidad... ¿no es ya un poco obvio? En fin. El Real se deshizo de su superproducción de toda la vida vendiéndola por ahí, y nos toca una nueva a cargo de Richard Jones. Dirige Carignani y tenemos dos repartos de nombres de esos que suenan algo pero que no he oído nunca en directo. Curiosidad: José Manuel Zapata de Benoit. No hay imágenes, no hay vídeo, se estrena este otoño en el Covent Garden.


5. Dead Man Walking, de Jake Heggie.


La historia de "Sentencia de muerte" con el reclamo de Joyce DiDonato. Intentaré escuchármela antes.


6. El Pintor, de Juan José Colomer, en los Teatros del Canal, con dirección de Albert Boadella. Estreno absoluto.


7. Street Scene, de Kurt Weill


A caballo entre la comedia musical, el jazz y la ópera, eso dicen. Curiosidad me provoca. Se representó semiescenificada en el Liceo hace unos años, con la misma dirección escénica. ¿Se parecerá en algo a esto?


8. Aida, de Verdi

 
Se recupera en parte la producción de la primera temporada del nuevo Real, de Hugo de Ana, que se decía que andaba troceada y desmembrada desde entonces. Reparto estelar con Monastyrska, Urmana y Kunde, que no me toca, sino el de Kim, Pirozzi y Semenchuk. Tambuén está Hanontounian que este año me gustó mucho como Desdemona. Debería circular algún vídeo de esta superproducción, se retransmitió por tv.


 9. Ariodante, de Händel


Versión concierto, con Christie y Les Arts Florissants, una sola función.

10. Gloriana, de Britten


Ay Britten, ay, Britten, que siempre me pasa lo mismo contigo: me cuesta mucho meterme en las obras pero luego quedo atrapado. No tenía ni una sola referencia de esta ópera y me la puse en una de mis sesiones de "ópera + plancha". Me encantó. Claro que hacen falta unos cantantes de primerísima o se puede hacer un ladrillo. En el Real estará la Antonacci acompañada de gente que desconozco por completo. Dirige Bolton.


11. Die Soldaten, de Zimmermann


La ópera que promete ser la campanada de la temporada, de avanzado el siglo XX, argumento provocador y dirección escenica de Bieito. A esperar.


12. Lucia di Lammermoor, de Donizetti


Si ya teníamos el ABC de las óperas maría con Aida, Bohème y Carmen, completamos el poker con Lucia. Muchas ganas de verla. Se alternan Lisette Oropesa y Venera Gimadieva por un lado y Javier Camarena e Ismael Jordi por otro. La producción, de la ENO, es así rollo victoriano. Promete.


y 13. Thaïs, de Massenet


Versión en concierto, con Domingo de Athanaël y Ermonela Jaho de Thaïs. Ya lo dije en su día cuando la vi en Valencia (clic). En Thaïs hacen falta una soprano espectacular y un pedazo de barítono. Y... bueno, ya veremos. Si queda alguna entrada barata lo mismo me animo.

hhhhhhhhhhhhhhh

Recitales:


De todo, como en botica, la Kozena cantando música antigua, Ciofi/Lemieux con dúos de Rossini, Ute Lemper (a la Lemper hay que verla por lo menos una vez en la vida, una vez vista ya luego siempre es más de lo mismo, pero es única), Elías de Mendelssohn, Patrici Racette cantando musicales, Georghiu y Petean en dúos de ópera-maría y... ¡Kaufmann! (si no cancela, claro).

En fin, yo creo que es una temporada bastante completita e interesante. Por supuesto que hay carencias pero nunca llueve a gusto de todos, a mí me parece equilibrada entre repertorio típico y óperas que no se suelen representar.

Todos los detalles, aquí.

jueves, junio 01, 2017

El gallo de oro

 
Curiosísima la ópera El Gallo De Oro. A ver, no es que musicalmente sea la quintaesencia de las maravillas o una obra maestra, pero tiene su aquél (la música es puro Rimski) y el libreto, aunque parezca un cuento bobo, una vez analizado tiene bastante de donde pellizcar. Y aquí recomiendo leer los dos artículos del programa de mano del Teatro Real, interesantísimos y que te hacen apreciar, comprender mejor la ópera y ponerte en situación. Yo no tenía ni idea de que fuera una sátira contra la situación rusa de principios de siglo pasado.


La función de anoche estuvo muy bien servida por una orquesta dirigida por Ivan Bolton que se recreó en las partes más melódicas (la música popular rusa y esos arabescos orientalistas) y pecó un poco de plana en la parte que tiene que ser más contrastada, con más claroscuros, sobre todo el primer acto, pero oye, que es Rimski, no Shostakovich. Yo creo que el tono general estuvo muy acertado. Mención especial al interludio entre segundo y tercer actos, en el que nos ofrecieron un delicioso himno al sol en dúo de piano y violín.

Vocalmente estupenda pareja protagonista de Dmitry Ulyanov y Venera Gimadieva,  zarina de timbre bello, actitud seductora y valiente en el agudo. Un poco más raro el astrólogo de Kravets, tenor altino, que tan pronto pegaba un pepinazo como era tapado por la orquesta. Más que suficientes la Amelfa de Olesya Petrova, el gobernador Polkan y el gallo de Sara Blanch. Medianitos los zarevitch. En conjunto, bien.

Correcto el coro, sin mucha oportunidad para lucirse hasta casi el último acto.


La producción transcurre toda sobre un pedregal gris. Los figurines son todos en blanco/gris degradado. Sólo el gallo es insultantemente amarillo. Parece que Pelly ha querido remarcar el carácter siniestro de la obra: no se trata de un cuento, sino de una interpretación en clave de fábula de una realidad no muy halagüeña, con un final que deja los ánimos por los suelos.

Estas funciones son una oportunidad para ver en directo una ópera que se representa poquito y que merece la pena una escucha y un visionado. En el siguiente vídeo, la misma producción que se está viendo en Madrid, en el teatro La Monnaie de Bruselas:

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El vídeo es de la cadena ARTE y no sé cuánto tiempo estará online.
La fuente está aquí: clic.

Curiosidad:
Buscando grabaciones, que yo sólo conocía el himno al sol cantado por una soprano rusa random de hace un siglo, he encontrado... ¡una versión en inglés de 1971 con la simpar Beverly Sills! No se podía perder ella este papel, no. Atención al minuto 53


Nikolai Rimski-Korsakov
El Gallo de Oro
Dmitry Ulyanov, Venera Gimadieva, Olesya Petrova, Alexander Kravets, Alexander Vinogradov, Sara Blanch, Sergei Skorokhodov, Alexey Lavrov.
Ivor Bolton, Laurent Pelly
Madrid, Teatro Real, miércoles 31 de mayo de 2017


Página web del Teatro Real
Programa de mano
Foro de entendidísimos

domingo, mayo 07, 2017

Venga usté a pasar la tarde (Enseñanza libre & La Gatita blanca)



Buen subtítulo le han puesto a este programa doble de zarzuelas de tinte sicalíptico: Venga usté a pasarte la tarde, porque eso es realmente a lo que se va al Teatro de la Zarzuela de Madrid.

Porque usted oirá muchas cosas, verá muchas más, no entenderá nada de nada pero al final saldrá con la agradable sensación de "haber pasado la tarde".

Empecemos por la estructura: cójanse dos obras menores cuasi desconocidas y mézclense en una. De Enseñanza libre se ha eliminado toda la parte argumental (una aberración para los puristas, ya sabemos, pero probablemente un descanso para el resto de los mortales) y se han mantenido los cantables, hilvanados ligeríiiisimamente por una anécdota: un matrimonio quiere montar una zarzuela y para ello cuenta con su hija, una amiga, la tía y el acomodador del teatro. ¿De qué teatro? Ah, quién sabe. La segunda parte es la puesta en escena de dicha zarzuela, La Gatita Blanca, ya manteniendo el argumento (se supone, yo no lo conozco).

Afortunadamente, Enseñanza libre tiene una partitura de Gerónimo Giménez que es una delicia y que agrada mucho a los aficionados al género. Sin conocer una sola pieza, todas suenan y, sobre todo, todas merecen permanecer en la memoria zarzuelera. No he encontrado ninguna grabación pero sí un popurrí de la obra en Spotify:


Bueno, miento, la canción del Morrongo la cantaba Ángela Molina en Las Cosas Del Querer 2.


La Gatita Blanca, con música de Giménez con Amadeo Vives (curiosidades) tiene una partitura menos inspirada, pero mantiene la esencia y tiene algún número lucidito. De ésta sí tengo una grabación de esas de Montilla / Zafiro de los años 50 que, francamente, había olvidado. Pero mira qué primor de portada de cd:


Hay que decir que la Orquesta de la Comunidad de Madrid, dirigida por Manuel Coves, ha mantenido un muy alto nivel, sacándole el jugo, la ligereza, el tono y el ambiente perfecto a estas dos obritas. 


El elenco vocal está a la altura, destacando Cristina Faus en la parte solista femenina. Para la Gatita se ha escogido a la cantante Roko (sé que salió de televisión, pero ya no me preguntes si fue de La Voz, Operación Triunfo, Factor X o qué se yo). Es muy mona (da el papel), graciosa y canta bien. El problema es el maldito micrófono. Si bien en las partes cantadas daba el pego, en las habladas era un desastre, éramos incapaces de entender lo que decía. Era la noche de estreno, espero que corrijan el ajuste del sonido en sucesivas funciones.


El coro cumple su papel con soltura y además se les veía en su salsa interpretando, porque sobre todo el femenino tenía mucho que actuar.


Porque, señores, en esta función quien se lleva la mayor atención es la pedazo de producción que ha puesto en escena el Teatro de la Zarzuela. Enrique Viana (a quien ya conocíamos de papeles de tenor cómico/característico y espectáculos/humoradas varias en solitario) ha cogido el teatro y lo ha puesto del revés: la orquesta está al final del patio de butacas y las butacas están en el escenario, quedando el centro del patio (ayudado con una plataforma giratoria) como una pista para la representación. 


La primera parte es directamente espectacular. Luces, vestuario, movimientos, ballet (estupendo). Da igual que el motivo argumental sea tan flojo y poco entendible. Es como la casa de Paula Echevarría: en el teatro pasan cosas y son todas divertidas y vistosísimas. No sé si quedarme con el ballet español, el trío femenino o ese número Busby Berkeley style que es una maravilla. Ole, de verdad.


La segunda parte, la Gatita, ya flojea. Primero porque al libreto habría que darle una buena pasada (si se la han dado ya, que la repitan), luego porque o te lees la sinopsis o no te enteras de nada, y el fragmento sainete queda antiguo. Siguen pasando cosas pero ya no sorprenden tanto. Sí, lo del chocolate está muy bien, y el momento lámpara... pero no. Aparte, al coro lo visten con unos aparatosísimos trajes negros y al ballet y figurantes con unos modelitos espantosos que contrastan con la vistosidad y fantasía de la primera parte. Al final sí, está bien peeeeero se acaba haciendo un poco larga.


Hay muchas cosas y detalles que comentar, pero creo que he puesto lo básico y espero que, si lees esto, te animes a ir al teatro, que está hasta finales de mayo.

Porque chico, por 11 € que nos costó estar en primer piso lateral, con los cantantes casi debajo de nuestras narices, muy bien, es una forma de descubrir (o redescubrir) obras raras y se pasa estupendamente la tarde.


¡Que rule por otros teatros!
Merece una grabación en vídeo o, por lo menos, que la emitan por la radio.


Enseñanza Libre y la Gatita Blanca
Despropósito lírico en un acto

Gerónimo Giménez / Amadeo Vives
Versión libérrima de Enrique Viana

Cristina Faus, Roko, Angel Ruiz, Gurutze Beitia, María José Suárez, José Luiz Martínez, Axier Sánchez, Iñaki Maruri, Mitxel Santamarina, Carolina Masetti, Paloma Curros, Isabel González, Ana Santamarina, Carmen Gaviria, Ana Cid, Julia Arellano, Graciela Moncloa, Rosa Zaragoza, Daniel Morillo. 






Mira

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