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lunes, diciembre 23, 2013

Cenicienta Cendrillon

  



Noche de cuento de hadas en el Liceo este viernes con la Cenicienta de Massenet.

Cendrillon dista de ser una gran ópera. Es más un divertimento, una amable y agradable opereta, tanto en un argumento que no se sale ni un milímetro del conocido cuento (como podría ser la Cenerentola de Rossini) como en una música que, aún con buenos momentos, no está en general muy inspirada.

Juega a su favor que el primer acto es muy sorprendente, con música de pompa y boato, muy brillante, que envuelve enseguida. Si a ello le unimos una producción sensacional y un reparto "de los de Metropolitan", el camino al éxito de la velada está conseguido, ya cuando se apagan las luces por un par de minutos la Cendrillon del Liceu nos tenía conquistados a todos.

Musicalmente hablando, los tres siguientes actos son más rutinarios. Las arias están bien, pero tampoco son un prodigio, en la parte puramente orquestal hay una presentación de princesas al baile que se hace eterna, y sólo en los dúos príncipe-cenicienta la música toma altura de nuevo. Pero ya lo digo, el nivelón artístico fue tal que ya nos tenía al público ganado, y el final fue la explosión de aplausos que merecía.


Joyce DiDonato. Estupenda. Es el papel que le va como anillo al dedo, no tiene graves incómodos, puede lucirse en los agudos y le permite desplegar una elegancia de canto de primerísimo nivel. Aparte, ¿le ha crecido la voz o es que estaba tan cómoda con el rol que lo dio todo sin dificultad alguna? Deliciosa, no se le puede poner una pega. Me gusta aquí mucho más que en barrocos y rossinis.


Alice Coote, el príncipe, a la que sólo había visto en cine en el último Giulio Cesare del Met. Voz plena, intensa, que sube al agudo como si nada, con volumen. No llega a tener la personalidad vocal de DiDonato pero es muy notable. También el papel del príncipe no es tan lucido.

Y las dos mezzos, compenetradas a la perfección, ofrecieron unos dúos de amor espectaculares. 



Annick Massis. Sorpresa sorpresa. ¿Es la misma que no me pareció ni chicha ni limoná en una Sonnambula de Bellini hace más de una década en el Real? ¡Pero qué señora! ¡Cómo le ha crecido la voz! ¡Qué gustazo de agudos, sobreagudos y filigranas vocales! Y qué estilazo cantando, moviéndose y actuando como una Mae West.... bueno, mejor Jean Harlow. Se lo pasó en grande y nos lo hizo pasar en grande a los demás. Sensacional.


Seguimos con las señoras. Doña Ewa Podles.
Una de las contraltos favoritas de este teatro, y de donde vaya, porque es soltar uno de sus graves y ya te deja encandilado. Está pasadita de años y ya no tiene ese volumen de antaño, pero es imposible no rendirse a sus pies. Los graves de la casa siguen siendo rotundísimos: baja a la caverna más profunda del centro de la tierra. Pero es que los agudos también están allí. Y si la Massis estaba encantada con el papel, la Podles ni te cuento. Graciosísima de madrastra, qué manera de moverse y de expresarse. Genial. Se metió a todo el mundo en el bolsillo.


Toca un hombre (el único del reparto principal), Laurent Naouri, el papel de padre de Cenicienta. Suficiente en sus intervenciones solistas y elegantísimo y sentido en el dúo con DiDonato. Muy bien como contrapunto a tanta voz femenina.


Las hermanastras, Marisa Martins y Cristina Obregón, cumplieron con creces con sus papeles, pequeños pero lucidísimos. Porque para hacer estos roles no sólo hay que estar graciosas, que lo estaban, sino también a buen nivel vocal, y audibles.

Una batería de comprimarios quedaron también encantados por la varita mágica del hada madrina y, de verdad, no se les puede poner pega alguna. Igual que el coro, integradísimo y entregadísimo.

Vamos, que vocalmente,  reparto de campanillas.

¿Y la orquesta?
Pues de lujo, oye. Andrew Davis, artífice de la maravillosa Rusalka del año pasado, levanta el nivel de una partitura a menudo monótona, llevando la orquesta a un sonido rotundo, con brillo, cuidando al cantante. Bravo.

 
Pero todo esto no hubiera sido suficiente sin la participación del director de escena. Laurent Pelly ilustra el cuento de una manera deliciosa, plagando la ópera de detalles que te impiden que se te vaya la atención. Se pueden comentar mil cosas... no sé, hay que verlo. Yo destacaría la primera aparición del hada con los clones de Cenicienta y el ballet del segundo acto.

Ese ballet es una escena larguísima y bastante rollete. Pero ahí teníamos a un reducido cuerpo de baile (excelente) perfectamente integrado con el coro, convirtiendo lo que podría ser un aburrimiento en una de los más animados fragmentos de la obra.

Con ayuda, claro está, de un vestuario excéntrico a más no poder y de una escenografía que consigue la espectacularidad con elementos bastante sencillos. Todo un acierto.


Existe DVD de la producción, y se pueden encontrar fragmentos por Youtube. Recomendabilísima.

Vamos, que para ser la única ópera de esta temporada del Liceu a la que voy a ir me ha merecido mucho la pena, he tenido el placer de saludar a amigos y conocidos (iba yo como loco por los varios pisos del Liceo) y es un auténtico regalo de Navidad. Salí encantado, una noche de cuento de hadas.

Hay funciones hasta reyes y un segundo reparto. De verdad merece la pena.



Jules Massenet.
Cendrillon
Gran Teatro del Liceo.
Barcelona, viernes 20 de diciembre de 2013.

DiDonato, Massis, Coote, Podles, Naouri, Obregón, Martins.
Andrew Davis, Laurent Pelly

Enlaces:
Página web del Liceu
Youtube
Mp3
Vídeo completo en La Monnaie
DVD Covent Garden


lunes, abril 02, 2012

Thaïs, de Massenet, en Valencia


Ocasión para ir a Valencia: la Thaïs de Massenet, que se representa de pascuas a ramos, y con Domingo en papel baritonal. Pues vamos a ver qué tal, ¿no? Allá que fuimos.

Mi querido TX estaba escandalizado con lo machista del argumento: el monje Athanaël culpa a la cortesana Thaïs de haber sumido a Alejandría en la lujuria y el pecado, y se encomienda a la divina misión de redimir a la chica metiéndola en un convento y así salvarla. El problema es que cuando lo consigue se da cuenta de qué él en realidad también la deseaba y le dice que toda la palabrería que le soltó era una quimera. Pero claro, la pobre chica después de peregrinar en el desierto, meterse a monja y hacer mil y una penitencias, ya ha sido completamente abducida y se muere (como el 90% de las protagonistas operísticas, nada nuevo), eso sí, en olor de santidad. Mi chico decía: Pero bueno, o sea que "yo te digo lo que tienes que hacer, tú obedeces, tú te salvas y vale, ahora yo te digo que todo era mentira, pero la que te mueres eres tú".

Thaïs es una ópera con un primer acto que es bastante rollete hasta la aparición de la protagonista, pero luego en la primera escena del segundo acto la tensión tanto dramática como musical sube y se mantiene hasta un final la mar de efectivo.  Tiene la famosa "Meditación", el fragmento que TODOS los críticos de ópera califican de edulcorado y cursi solamente porque es uno de los más "típicos" en recopilaciones del tipo "música maravillosa para gente maravillosa". Pero ahí está, inspiradísimo, especialmente cuando sirve de fondo a las partes cantadas del tercer acto.



Para que funcione Thaïs en escena hacen falta una soprano deslumbrante y un pedazo de barítono. Y esta vez teníamos a Malin Byström y a Plácido Domingo, que son muy buenos, sí, pero ni la una es excepcional ni el otro un barítono. Y digo lo mismo de los intérpretes que mi sensación general con la ópera: un primer acto bastante anodino, cogemos fuelle en el dúo y a partir de ahí todo muy bien hasta el final.

De Plácido ya sabemos lo que va a dar: va a hacer suyo el personaje y ya le da igual que sea un Verdi que un Händel que un Massenet, o que sea tenor o barítono. Plácido dominguiza sus personajes de tal manera que los convierte en únicos. Al principio de la ópera te descoloca porque no te cuadra la voz, y además en el registro de barítono pierde fuerza. Es en el tercer acto cuando sacó toda su expresividad y saber hacer, concluyendo con un final la mar de emocionante.

Malin Byström es una buena soprano con un timbre oscuro muy sugerente, pero que le cambia según el registro, especialmente arriba. Chica, el sobreagudo del aria es un añadido, si no puedes darlo en condiciones no lo hagas y no pasa nada, que se te quedó en un gritito. A partir de la meditación ya estuvo sensacional, con una delicadeza y una expresividad más que notables.


En la batuta, Patrick Fournillier, dirigiendo con intensidad y extrayendo montones de matices. Atento al detalle y sin dejar que la tensión decayera un instante. Ahora, se pasó un poco bastante de decibelios en los momentos en crescendo. 

El pobre Paolo Fanale (Nicias), con una agradable voz de tenor a la que aún le falta proyección, las pasó canutas para hacerse oír en algunos momentos. Me gustó el Palémon autoritario de Gianlucca Buratto y bien la Albine de María José Suárez. En las Crobyle y Myrtale se suele recurrir a un par de gallinas cluecas que peguen gritos y más gritos adornados con agilidades arabescas. Se agradece aquí que ninguna de las dos se haya pasado en excentricidad y la presencia del timbre de Marina Rodríguez-Cusí.


La puesta en escena me ha gustado mucho. Se pasa de la Alejandría de la época de la película Ágora de Amenábar (siglo IV) al París de finales del XIX, con un teatro en escenario y la típica palataforma circular giratoria que va creando ambientes. Los movimientos de decorados consiguen sugerir perfectamente todos los escenarios de la ópera. Me han gustado mucho el movimiento del tercer acto y el recargadísimo y concentrado boudoir de Thaïs en el segundo, que era como ver un cuadro de Gustave Moreau. Se le puede acusar de poco novedosa, de convencional, de recurrir a obviedades. Sí, en el fondo es una puesta muy tradicional, pero muy dinámica, muy sugerente. Un acierto.

Vídeo de la producción de la ópera de Göteborg

Me gustó la Thaïs, salí contento. No es que fuera supermaravillosa pero fue una buena noche de ópera.

Y ahora una pequeña anécdota de cómo conocí yo esta ópera.
Cuando era jovencito, me encantaba hurgar en los cajones de discos de oferta y en las tiendas de segunda mano. Y en una de ellas encontré esto:



Por faaaaavor, pero qué álbum más superglamouroso. ¿Cómo iba yo a resistirme a comprar eso? 
Tenemos en la portada a Anna Moffo en plan megasugerente, y en la contraportada, en plan Audrey Hepburn en Historia de una monja.
Pero es que dentro había un desplegable de la Thaïs comedienne insinuándose.



La Thaïs de Moffo es cursi como ella sola, y exageradísima. Solamente por su carcajada  reconvertida en llanto merece la pena ser escuchada. Es una pena que no se haya reeditado esta versión en CD. Y ya con los pocos discos que se venden, dudo que RCA lo haga algún día. Pero vamos, yo guardo los vinilos como oro en paño. Acompañan Gabriel Bacquier y José Carreras.


La que sí sacó EMI fue la Thaïs de una Beverly Sills ya talludita al lado de Milnes y Gedda, cuyo mayor aliciente es la dirección de Maazel porque ella está gritona gritona.

Décadas tendrían que pasar hasta que Renée Fleming la volviera a revitalizar, en una grabación en la que ella es lo único que me gusta (lo demás me aburre bastante) y ya, en dvd, la misma Fleming (en una producción feísima), Eva Mei (muy aseadita ella) y Barbara Frittoli (no la he visto aún, pero parece como de la peli Dune).

En fin, que recomiendo  la escucha/visionado de esta ópera, que tiene su puntito de delirio oriental y además un mensaje totalmente antimoralizante.

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Jules Massenet
Thaïs
Palau Les Arts de Valencia, sábado 31 de marzo de 2012
Malin Byström, Plácido Domingo, Paolo Fanale, Gianluca Buratto, María José Suárez, Micaëla Oeste, Marina Rodríguez-Cusí
Patrick Fournillier, Nicola Raab, Johan Engels

Enlaces:
Les Arts
Ópera de Göteborg
Blog de Atticus
Blog de Maac



martes, marzo 22, 2011

Werther en el Real: Cuarto y mitad de chirlas


Nunca entendí eso de que mi madre pidiera cuarto y mitad de chirlas en la pescadería cuando iba a hacer paella. ¿Qué medida es esa? ¿375 gramos?

Pues esa medida se me vino a la cabeza viendo el Werther de anoche en el Teatro Real de Madrid, porque prácticamente lo que se pudo disfrutar fueron los dos últimos actos, y como el último es cortito... pues eso, cuarto y mitad de ópera.


Pareció como si tanto orquesta como solistas se estuvieran reservando para la segunda parte de la ópera, porque la primera (los dos primeros actos) fue para dormirse, de un monocorde y un aburrido que daban ganas de marcharse en el descanso.

Vale que la ópera de Massenet va in crescendo y que el primer acto se hace pesadito con la presentación de personajes, los niños y el par Johann-Schmidt, pero en cuanto entra Werther en escena debería subir el voltaje de la función. Y esto aquí no ocurrió hasta el tercer acto.

Los dos últimos actos fueron de gran intensidad, con los intérpretes entregados , fluyó ese dramón romántico que es Werther y nos pudimos meter en la envolvente música de Massenet.


Giusepe Filianoti tiene una voz demasiado ligera para el papel, y Werther no es moco de pavo, es un rol inclemente. Filianoti hizo cosas bellísimas, fraseó de maravilla y consiguió ser elocuente sin pasarse en lo dramático, pero tuvo que luchar contra una orquesta que lo tapaba. Afortunadamente sacó todo de sí en el dúo con Charlotte y en el Pourquoi me réveiller (rapidísimo), llegando a componer una actuación más que digna.

A Sonia Ganassi le pasó tres cuartas de lo mismo. En los dos primeros actos no existió Charlotte, y las notas bajas le sonaban huecas. En la segunda parte ya sacó sus mejores bazas: unos agudos en forte que te dejan turulato, junto a sutilezas expresivas de alto nivel. Lástima que la ausencia de graves contundentes se cargara el efecto del aria de las lágrimas (preciosamente iniciada).


Charlotte está a merced de la voluntad de su familia y las convenciones sociales, uno de los personajes operísticos que más nervioso me ponen, porque se suele interpretar como una pava decimonónica que sufre y sufre pero no hace nada. O si la mezzo se desmanda, como una loca romántica totalmente fuera de sitio. La Ganassi, junto al director de escena, logra la perfecta conjunción: por una parte ella es toda una señora, con mucha pose y contención, pero cuando le hierve la sangre se desmelena como debe ser. Brava.

Albert fue un cumplidor Ángel Ódena, muy metido en su papel. Tanto que creo que se pasó de hieratismo.

La Sophie fue Auxiliadora Toledano (a esta chica habría que recomendarle que se pusiera un nombre artístico, comentaba divertida mi compañera de butaca, mientras su marido proponía en cambio que se cambiara el apellido a Toledana para que hubiera concordancia de género, cosas del público). Es de agradecer que no sea la habitual soubrette de voz de pajarillo con agudo estridente. Auxiliadora ofreció buenos agudos con un timbre interesante aunque de ahí para abajo tiene que ganar cuerpo en la voz.

A la orquesta le falta adecuarse un poco a las voces.


La puesta en escena tiene cosas que sí y cosas que no. Willy Decker tiene detalles de gran efecto dramático, como la mesa, la presencia de Albert en momentos clave o toda la escena de Charlotte y Sophie, frente a elementos particularmente flojos: el cuadro, los Schmidt-Johann siempre presentes, el infantilismo de Sophie o esos paseos de Werther por el escenario después de haberse pegado un tiro (Oh, cielos, he desvelado el final, perdonad por reventar el argumento).

Todo envuelto en un decorado de inspiración expresionista en el que la supuesta simplicidad y armonía de un decorado en dos niveles quedan rotas por elementos oblícuos y una diagonal que atraviesa el escenario desde el fondo hasta salirse por el foso de la orquesta con un gran contraste de color. Un poco Gabinete del Doctor Caligari más que la casa del Burgomaestre.

Cosas ya vistas: lo de los dos planos y las casitas del pueblo sonaban mucho a la Die Tote Stadt que pasó por aquí hace un año.


Por suerte decidimos quedarnos a la segunda mitad, la de las chirlas. Aplausos más que de cortesía y bravos para casi todos. Me imagino que siendo el estreno de este segundo reparto se irán puliendo aspectos y las cosas irán mejorando a lo largo de las funciones. Werther no estaba en Madrid desde el año 99, cuando Ramón Vargas consiguió esquivar la sombra de Kraus, y bien que merece la pena una revisión de este clásico.


Ah, en el primer reparto están José Bros y Sophie Koch.



Jules Massenet
Werther
Teatro Real de Madrid, lunes 21 de marzo de 2011
Giuseppe Filianoti, Sonia Ganassi, Angel Ódena, Auxiliadora Toledano, Jean-Philippe Lafont, Francisco Vas, Miguel Sola.
Emmanuel Villaume, Willy Decker.


Web del Teatro Real
Foro Unanocheenlaopera
El Werther de referencia
Otro gran Werther



lunes, diciembre 20, 2010

Manon en Valencia



Segunda vez que voy a Valencia a Les Arts y me reafirmo en mi opinión: Calatrava hace los edificios para que se vean, no para que los seres humanos los utilicen. Esta vez tenía una butaca de segundo piso lateral. Buena visibilidad porque hace mucho que cambiaron la orientación para que los espectadores vieran el escenario y no a los del lateral de enfrente. Pero se les ha olvidado una cosa: no caben las piernas y la rodilla te pega con una barandilla que tendrá sus buenos veinte centímetros de ancho. Absurdo.


Por otro lado el público valenciano es curioso: en cuanto la temperatura baja de los 20 ºC aquello se convierte en un desfile de visones y ramuskés. Hay que entenderles, tienen pocos días de frío al año. Qué pena que el sábado lloviera, había menos de los habituales. En cuanto a comportamiento, en la función del sábado creo que sólo sonó un móvil (no es la tortura telefónica del Teatro Real) y no hubo demasiadas toses (aunque, como siempre, en los momentos más inoportunos). Eso sí, la gente habla. Mucho. Mucho más que en el Liceo, que ya es decir. En cuanto los cantantes se callan, aunque la música siga, todos a comentar.

Y fui a ver la Manon massenetiana.

Quería llevar a mi tx a que conociera el teatro y, por fechas y producción pensé que era la más apropiada. Meeeeec. Error. Se aburrió. La música no le motivó mucho no le gustó el argumento. Pobre, era la segunda ópera sobre Manon que veía, ya lo llevé a aquel Boulevard Solitude del Liceu.

Y es que Manon es pesadita. El primer acto, salvo que la soprano haga el premier voyage sensacional, es una plastez, y el segundo no se anima hasta la petite table y el fermant les yeux. El tercer acto es el más vistoso, con la gavota y el maravilloso cuadro de Saint Sulpice y luego la ópera decae otra vez hasta el emocionante final. Está a caballo entre la grand ópera francesa (los cinco actos, el ballet) y un lenguaje operístico más evolucionado, pero no tira ni para uno ni para otro. Y se hace larga, sí.

Tengo una grabación en la que se prescinde del cuadro del Cours de la Reine y la gavota la cantan en el Hotel de Transilvania, plus algunos cortecitos de más. Sí, ya lo sé, es un sacrilegio, pero aligera la ópera y condensa lo mejor de su música.

Mi tx se desesperó con el argumento: ¡Pero bueno!, me decía, dos horas con que te quiero no te quiero nos fugamos y nos volvemos a fugar... ¡y luego en diez minutos lo despachan todo y no te enteras de lo que ha pasado!
Ay pobre, sólo falta que le lleve a la Manon Lescaut de Puccini y que alucine en colores cuando de repente aparezcan en el oeste americano.


Nada más sentarnos y apagarse las luces, voz en off. Yo pensé que era para decir que apagáramos los teléfonos pero no, nos avisan de que el tenor Vittorio Grigolo sufre una indisposición y en su lugar el papel del Caballero Des Grieux lo va a cantar Jean-François Borras. Fantástic, cancela el director de orquesta, cancela el tenor. Miedito daba, sobre todo después de lo que me habían contado de que a la prota no se le oía nada y que la orquesta tapaba todo.

Pero mira, no. Hay veces que una conjunción de elementos adversos consiguen que todo el mundo se intente superar un poco y lograr una buena noche. Y, sin ser un despiporre de decir que fue excepcional y maravillosísima, para mí fue una muy buena velada.


La orquesta parece que escuchó las críticas de anteriores funciones y no estuvo tan decibélica como me habían contado. Efectista y contundente en los momentos culminantes, sí, pero sin ser una tralla. Eso sí, poco matizada en las partes líricas.

De Ailyn Pérez me temía lo peor, francamente. Y no. No tuve ningún problema para escucharla, así que su tan cacareada falta de volumen no la aprecié yo. El timbre me recordaba en los graves al de Victoria de los Ángeles -con reservas, claro-, arriba es más ligera y llega al agudo sin dificultad (sí, vale, los sobreagudos se le abren y las agilidades ahí ahí, pero a ver quién es la guapa que aguanta el papel sin despeinarse). Consiguió muy buenos momentos en la petite table (¿hacía falta que se despatarrara sobre la mesa?) y en el final. Creo que es una Manon más que convincente y trabajada.


El problema viene con las comparaciones. Hay tantísimas referencias ya que es imposible no hacerlo. Además, cada Manon es un mundo aparte. De los Ángeles, Sills, Gheorghiu, Caballé, Cotrubas, Dessay, Damrau, Netrebko, Freni. Cada una hace suyo el papel y lo lleva a su terreno. Ailyn Pérez no llega a crear una Manon de referencia y característica, pero se adecúa al papel, al estilo y salva con notable la parte.

Des Grieux es ya otro cantar. Estamos acostumbrados en los últimos años a interpretaciones italianizadas y casi veristas: Villazón, el Alagna de los últimos tiempos (no el de sus principios, ojo), el mismo Grigolo. Es un papel muy goloso para un tenor porque con cuatro exageraciones y dos golpes efectistas se come la representación. Luego pasa lo que pasa, que llega el fermant les yeux y no son capaces de plegarse al estilo y a la delicadeza de la música.


Borras llegó deprisa y corriendo, según cuentan, el mismo sábado para hacerse cargo del papel. Se notó en cierto nerviosismo en el movimiento escénico, en un par de frases que se le olvidaron, en la apuntadora que le soplaba el texto como una loca y en un vestuario que le sentaba como un tiro. Vale que el chico no es el figurín de Grigolo sino que más bien tira a osito con sobrepeso, pero por favooor, esos pantalones con la cintura debajo de los sobacos como si fuera Julián Muñoz...

Vocalmente fue todo lo contrario a los Des Grieux vociferantes y veristas que comentaba. Idiomático, refinado y sin excesos. Vale, su Fuyez no es tan efectista, pero el papel en conjunto le iba muy bien. Y además cuando quería pegaba unos pepinazos arriba que temblaba el misterio. Me pareció que si se lo curra puede llegar a hacer cosas muy interesantes.

Fue calurosamente aplaudido por público y resto de sus compañeros.

Pues eso, que básicamente los dos protagonistas estuvieron en su sitio, defendieron notablemente sus papeles y mantuvieron el interés de la función

Del resto de cantantes, Ruciński estuvo correcto, con la voz un poco "seca" y Aceto exhibió graves. Emilio Sánchez fue el único que interpretó además de cantar, y las tres chicas pegaron los gritos de grulla que requieren sus roles (no las culpo a ellas, son unos papeles ingratísimos, sólo comparables a las Mercedes, Frasquitas y el dúo de graznadoras de la Lecouvreur).


Huy, la puesta en escena, que se me olvida.

Es una versión actualizada a los años 50 del siglo XX, muy colorista y sin exageraciones ni provocaciones. Manon lee una revista de cine y sueña con ser una estrella, los focos la persiguen hasta su final muy en plan Lo Que El Viento Se Llevó. Está bien, pero los decorados tienen un punto cutre de baratillo que lo desluce un poco. Me imagino que vista en vídeo ganará porque no cantarán tanto las estatuas o el tren de cartón. De hecho, en las fotos se ve mejor que en el teatro. Quizás una iluminación más cuidada diera más juego. Pero vamos, bien, muy vistoso y entretenido todo. Y más que correcto el movimiento de cantantes y coro. Muy bien resuelta la escena de Saint Sulpice con el coro de beatas y luego cada uno de los cantantes a un lado de la reja.


La producción está editada en DVD/BluRay con Netrebko y Villazón y hay varios youtubes por ahí danzando.



Jules Massenet
Manon
Ailyn Pérez, Jean-François Borras, Artur Ruciński, Raymond Aceto, Emilio Sánchez, Andrea Porta, Ilona Mataradze, Ekaterina Metlova, Natalia Lunar.
Jordi Benàcer, Vincent Paterson
Palau de Les Arts Reina Sofía, Valencia, sábado 18 de diciembre de 2010.

martes, enero 26, 2010

Werther desde París


Desde la Opera Bastille de Paris, y sólo por tiempo limitado, la versión online del Werther de Massenet con Jonas Kaufmann, Sophie Koch y Ludovic Tezier. Dirección de Michel Plasson.

Parece ser que iba a estar disponible en la web de Arte, pero no queda claro.
Enlace: clic
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lunes, julio 02, 2007

N'est-ce plus ma main?


Manon.
Jules Massenet
Liceo de Barcelona. 30 de junio de 2007
Natalie Dessay, Rolando Villazón, Manuel Lanza, Francisco Vas, Samuel Ramey
Víctor Pablo Pérez
David McVicar

Ay la Manon, cómo es, y cómo me gusta.
Ahora, unas tijeritas no vendrían nada mal:
Chas chas chas y adiós grisetas, chas chas chas, cojo el Imedio y corto y junto un par de actos como se hacía antes.

Y así no hay que salir despepitado a las doce y media a buscar un sitio donde te den de cenar, porque después del paseíto hasta el Majestic, aquello era un cocktail bar y además, había overbooking de pijas barcelonesas y el aforo estaba completo.

Pero a lo que voy: Gran función de ópera el el Liceu de Barcelona. El público venía a aplaudir y se notaba.
En escena, la Dessay: fantástica, conmovedora, deliciosa, una adecuación total al papel y la primera soprano que me hace creer que Manon tiene poco más de quince años.

Para mí la Gavota es anecdótica en esta ópera, pero la resolvió bien (ya no es la máquina de hacer coloraturas y sobregaudos de antes, hay que decirlo) aunque donde mejor estuvo fue en las partes más dramáticas: la petite table, San Sulpicio y el final (de cagarse).

Con Villazón tenemos un problema. Es bueno, tiene una voz bonita (lírico raro) y cuando canta piano es capaz de modular y hace cosas preciosas. El problema es que cuando tiene que esforzarse la voz no le pasa, se le queda atrás y grita y las pasa canutas para sobrepasar la orquesta, pasando a una actuación tipo verista pero sin que le acabe de salir el chorro de voz. Para mi gusto, tendría que centrarse un poco.

Hizo un en fermant les yeux exquisito, empezó bien el Fuyez pero el final le sobrepasó y acabó desvariando un poquito. Eso sí, se marcó una nota final eteeeeeeeeeeeeerna que levantó al personal.

Muy correctos el resto de elementos artísticos: Ramey cascadísimo pero imponente, Vas muy gracioso, Lanza bien (la primera vez que me gustan estos dos) y la orquesta bien pero tapando al pobre Villazón. De las tres grisetas no opino porque me ponen del hígado.

La producción es una mierda pinchada de un palo. Por lo menos no molesta, me decía, ingenuo de mí, en el segundo entreacto. Los cojones. El acto del hotel de Transilvania convertido en burdel fue un despropósito total: desnudos y acciones obscenas y provocativas que no provocan nada sino irritación porque hay que andar buscando a los cantantes entre cincuenta figurantes haciendo el gilipollas. Los que celebraran el día del orgullo tuvieron su dosis de cacha visible. Ah, el ballet, una ridiculez.

Y mi pregunta es: ¿Se monta el pollo con el Don Carlos (véase) o con el Ballo y no se dice nada de esta memez? Una vez más, me reafirmo en mi opinión de que cuando la gente abuchea va con la idea de montar la escandalera antes de ver nada. En fin.

Gran Manon, estupenda Dessay; bien, aunque preocupante, Villazón y me quito el sombrero ante Massenet por ese final en el que, aún sabiendo lo que ocurre, te pilla totalmente desprevenido y emociona. Mucho.


No voy a robarle a Mei el vídeo, se puede ver aquí.
¿Nadie lo va a subir a rapidshare????? Avisad, porfaplís.

Mi crónica (casi igual a ésta) en Unanocheenlaopera, aquí.

Extractos en vídeo, aquí.

jueves, marzo 29, 2007

Más Manon

La que faltaba. Otra gran Manon: Beverly Sills.

El sonido es horrible. Lo siento, el dvd suena así de mal.
Representación de 1977, no tengo ni idea de quién es el Des Grieux.



Y yo creo que con esto ya vamos servidos para las funciones de este verano en el Liceo, ¿no?

Mira

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