lunes, enero 20, 2014

Ainhoa Lecouvreur


Llevar como regalo caramelos de violeta a quien me ha alojado cuando he ido a ver Adriana Lecouvreur es muy poco oportuno.


 
¡Mi primera visita al palacio Euskalduna de Bilbao!

Ya iba siendo siglo, digo yo. Qué barbaridad, que auditorio más gigante. ¡Y qué miedo da! No por vértigo, que uno ya está acostumbrado a alargar la mano con el plumero y quitarle el polvo a las lámparas de los techos de los teatros, sino porque salvo el bloque central, las filas laterales están inclinadas, y no un poquito precisamente.

 
Como cosa buena tiene que todas las localidades tienen plena visibilidad del escenario, aunque las de arriba del todo están lejísimos. La acústica, ayudada por el revestimiento total de madera, me pareció buena, pero también tuve la suerte de estar en una butaca cercana, así que no sé cómo se oirá arribota del todo.

Como cosa mala.... chico, qué precios, qué barbaridad. 



En fin, y como bautismo de este auditorio... Adriana Lecouvreur, de Cilea.

Adriana es una ópera en la que todo ronda alrededor de una diva, y en este caso se trataba del debut en el papel de Ainhoa Arteta, que cumplió con creces su cometido.

Cada vez que hablo de Arteta digo lo mismo. Ya sé que a todas las sopranos con los años la voz les evoluciona, pero es que me sorprende cómo esta mujer ha ganado en cuerpo de voz, pasando de ser una ligera a una lírica plena dispuesta a abordar papeles de mayor enjunduia. Le queda trayectoria, y la Adriana la tiene que pulir, pero ole por ella.


Ainhoa estuvo estupenda en su aria de entrada (lo mejor de la noche), con control y dominio, regalándonos unos matices exquisitos, de un muy alto nivel que mantuvo durante los dos primeros actos.

En el tercero ya flaqueó un poco, su declamación no impresionó, y en el cuarto acto resolvió el aria luchando con unos graves que aún no domina (pero que dominará con el tiempo). Afortunadamente volvió a elevar el vuelo en un fantástico final.
Muy bien Ainhoa Arteta y ojalá tenga oportunidad de seguir escuchándola.

Como ya digo, en esta opera todo gira en torno a Adriana, pero también se necesita un tenor MUY bueno si no se quiere tener una función deslucida (y a las pasadas Adrianas de Barcelona me remito, donde uno de los tenores estuvo a punto de cargarse la representación).


Bruno Ribeiro cumplió con el Maurizio. La materia prima la tiene, pero le queda domarla. Empezó titubeante (él no tiene la culpa de que nada más salir a escena le toque cantar la dolcissima effigie) e irregular en la emisión. Fue mejorando a lo largo de la función y acabó más que dignamente. Le falta pulir, pero estuvo a la altura.

 
Muy bien el Michonnet de Luca Salsi, voz muy bonita y de elegante fraseo.

Otro debut para mí: Luciana d'Intino, que nunca la había escuchado en directo porque siempre o me había cancelado o me había tocado otro reparto. Se lució en los pasajes más agudos con una voz poderosa, con cuerpo y bien emitida. Pero en el grave tiene otro timbre totalmente diferente, se le queda la voz algo hueca y los hace casi como un parlado.


Muy bien la actuación de Francisco Vas como el abad, discreto Palatchi como Príncipe y correctos el cuarteto de actores.

La orquesta también estuvo al servicio de la diva, muy caprichosa en los tiempos y especialmente lenta en las arias. El sonido fue muy bueno, pero el director no le sacó todo el partido que se le puede sacar a la partitura. Digamos que cubrió expediente. Y a su favor juega que esta ópera está llena de melodías que atrapan. El coro tiene una intervención muy breve.


La coreografía del tercer acto estuvo a cargo de Igor Yebra, que tuvo oportunidad de lucirse en el tercer acto. Muy bien.

El punto negativo de la función viene por parte de la puesta en escena.

Los decorados son clásicos, sencillos y de baratillo. Es una producción de Segunda B de lo más tradicional. Ópera de cortinaje, candelabro y pelucón. Nada que objetar, el presupuesto es el que es y si el nivel musical es bueno quién se preocupa de la puesta.


Pero es que tenía detalles de esos de hacerte decir: Oh dioses, qué catetada. Unos elementos móviles en el primer acto hacían de camerinos, de escenario, de tramoya... para peligro de algún cantante, que los ruedines los carga el diablo. Pase. Pero lo de la cama que se pasea cual carrito de Mercadona (perdón, allí, de Eroski) o el círculo de espejos discotequero (que además sólo permitía el efecto visual a lo más centrado del patio de butacas) clamaba al cielo. Pero ya el colmo llega en el 4º acto con un par de detalles directamente sonrojantes: una proyección sobre el telón cerrado en el preludio y un golpe de efecto de caída de cortina al final. Vale, creo que nos quieren hacer notar que Adriana es una simple actriz envuelta en unas intrigas cortesanas y que donde debería estar es en el teatro, pero si es así... ¡es tan obvio! En fin.

Esta producción del San Carlo de Nápoles ha circulado por varias ciudades y de hecho se puede conseguir en dvd desde Turín con Álvarez y Carosi, así que quien tenga curiosidad que se dedique a buscar youtubes.


Se podría obviar que la producción es de baratuji... si no fuera porque la dirección escénica es no ya clásica o tradicional, sino antigua a más no poder. Vale que el argumento es de lo más folletinesco, que Adriana tiene la forma de morir más estúpida de toda la historia de la ópera y que cuando se estrenó ya estaba trasnochadísima, pero señores, un mínimo de contención. La interacción entre los cantantes, salvo un par de morreos que se pegan los protas, es nula. Yo salgo, me paro, canto aquí, termino y me voy. Y tú lo mismo pero en el otro extremo del escenario. Muy tremendo.


Noche de estreno, con llenazo total del auditorio, y ambientillo de gente bien pero sin excesiva ostentación. Esto no es como en Valencia, donde en cuanto la temperatura deja de estar en los 25 ºC las señoras sacan los zorros. Sus buenos visones, eso sí, que no ramuskés, y muy poco atentado contra la capa de ozono, se ve que por estas latitudes la laca no se lleva mucho.

El público fue cortés en los aplausos, algo más entusiasta con Ainhoa Arteta e Igor Yebra, pero sin llegar a vítores. De hecho, me pareció un público algo parco en el aplauso final.

Yo me lo pasé en grande porque es una ópera que me encanta, Ainhoa Arteta hizo una Adriana sensacional, estuve excepcionalmente acompañado todo el fin de semana y para mí la obra fue una parte más de la fiesta global.

Y oyes, aupa, no estuvo mal la Adriana Lekumberri ésta, hosti tú.


Francesco Cilea
Adriana Lecouvreur
Ainhoa Arteta, Bruno Ribeiro, Luciana d'Intino, Luca Salsi, Stefano Palatchi, Francisco Vas, Marta Urbieta, Nuria Lorenzo, Miguel Ángel Arias, Manuel de Diego.
Fabrizio Carminati, Lorenzo Mariani, Igor Yebra
ABAO, Palacio Euskalduna
Sábado 18 de enero de 2014

Enlaces:

Hoja informativa
Programa de mano
Foro de una noche en la ópera

Y como colofón, la Adriana en vídeo de referencia. Disfruten, señores:

jueves, enero 02, 2014

La Del Manojo De Rosas

 
Yo no sé ya las veces que he ido a ver esta producción de La Del Manojo De Rosas, de Sorozábal, en el Teatro de la Zarzuela de Madrid. ¿Cuántas veces se ha repuesto desde principios de los 90? ¿Cuatro, cinco? Da igual. Este manojo de rosas parece que se ha puesto en un florero con agua y una aspirina, porque se mantiene lozano y flamante como hace veintitantos años.

La verdad es que este año no tenía yo intención de ir, pero resulta que por navidades venía una amiga desde Alemania con su novio (alemán él) y pensé que podría ser un buen evento para pasar una tarde: sacar entradas para un domingo, que la función es a las seis, y luego salir a cenar. Vamos, zarzuela + tapas. ¡Más turístico imposible!


Para encauzar al alemán, que algo de español pilla pero poco, le pasé la sinopsis en inglés que hay en la web zarzuela.net. Pero jodó, el resumen es TAN descriptivo que hasta yo sabiéndomela al dedillo me armaba un lío. Así que se lo expuse en cuatro frases: hay dos parejas de enamorados: la cómica y la dramática. En el primer acto se enamoran y se desengañan. Y en el segundo acto se arreglan. Punto.

Luego le intenté explicar algo del trasfondo social de la obra, de en qué época se estrenó y de cómo las pasó Sorozábal después, pero vamos que básicamente era lo que necesitaba para enterarse. Y además luego no tuvo problema porque los sobretítulos del teatro de la Zarzuela son bilingües.

Si está fantástico que ya te sobretitulen los cantables en español (porque hay a cada uno/a a quien no se le entiende un pimiento), mucho mejor que también lo hagan en inglés. Además, las partes habladas -no sobretituladas- tenían un mini-resumen en inglés para que la gente no se pierda. Perfecto y ole por el teatro de la Zarzuela, no sé desde cuándo hacen eso pero de verdad, genial.


Domingo de diciembre. Lleno TOTAL en el Teatro, hasta estaban ocupadas las localidades sin visibilidad.

Y empieza la obra.

Para quien no la conozca, La Del Manojo De Rosas es un sainete estrenado en 1934 que homenajea el género chico de ambiente madrileño, especialmente La Revoltosa (de donde toma el nombre). Los personajes son los estereotipos de la zarzuela: la chula castiza por la que todo el mundo bebe los vientos, el galán, la pizpireta y coqueta amiga de la protagonista, el galán cómico y el don Hilarión convertido en este caso en un camarero ilustrado.

La música es de esas que te levanta el ánimo por lo inspirada y lo animosa que es. Es imposible no dejarse llevar por ella. Aparte, está la genialidad de Sorozábal de mezclar estilos: encontramos chotis, pasodoble, habanera, farruca, foxtrot, encajados perfectamente tanto en la trama con entremezclados entre ellos en los números concertantes. Es una delicia.



Y si ya nos juntamos con la ya emblemática producción de Sagi apaga y vámonos. No creo que se le pueda poner pega alguna. ¿Qué hacen que no está ya editada en DVD y puesta a la venta, con la de años que tiene y el éxito que cosecha siempre? Las fotos lo dicen todo del decorado y del vestuario. Fiel, elegante, perfecto. Un lujo no, un lujazo.



Pero además espléndidamente dirigida: hay casticismo sin llegar a la chabacanería y la horterada del oleoleole que solemos ver en las producciones de zarzuela cutres que se montan en verano en esta ciudad (siempre con los mismos títulos y sí, ya lo sé, con dos duros y financiación privada). Por no mencionar el cuidadísimo movimiento y coreografía de coro y figurantes.

Creo que esta ha sido la vez que mejor dirigidos he visto a los cantantes. Porque en la zarzuela SIEMPRE pasa lo mismo: cuando los solistas tienen que hablar se quedan envarados y declaman de una manera artificiosa y antigua que se carga toda la credibilidad de la acción. Y de esto no se han librado los protagonistas de esta zarzuela y esta producción en otras ocasiones. Pues con este reparto todo va como la seda, con una naturalidad sorprendente. 


Reparto encabezado por Carmen Romeu como Ascensión. El problema de haber visto tantas veces esta producción es que uno tiene metido a Milagros Martín en la cabeza en el papel. De hecho creo que salvo la primera vez que la vi con Guadalupe Sánchez sólo he visto a la Martín de Ascensión, inigualable en sus mejores tiempos. Carmen Romeu tiene una voz bonita, que se le aligera un poco cuando sube. Le falta esa rotundidad y ese dominio del rol. Cuando Milagros Martín pegaba el agudo en la romanza se te encogía el corazón como a la florista, aún en la última reposición que ya no tenía la voz tan lozana. La Romeu hace una buena Ascensión en lo vocal y excelente en lo actoral. En ese sentido, fantástica. Vamos, que muy bien.


El Joaquín fue José Julián Frontal, que también está soberbio como actor, mezclando perfectamente los lados elegante y chulo de su rol. La voz, con el volumen adecuado y la elegancia y cuidado en el fraseo a la que nos tiene acostumbrados, pero un pelín desgastada en el agudo. Aún así, notable Joaquín.



Carlos Crooke cumplió como Capó, con la limitación de volumen típica de los tenores cómicos. Bien.


Ruth Iniesta me sorprendió para bien con su Clarita. Chillona e irritante en las partes habladas, como debe ser, y sobresaliendo en las cantadas con volumen y gracia. Creo que la mejor Clarita que he escuchado. Porque mira que es un personaje musicalmente ingrato, de esos que ponen de los nervios.

Ricardo Bernal fue un correcto Ricardo el aviador. Una pizca de volumen le faltaba. 



Y más que aceptables los secundarios, es una alegría encontrarse a Ricardo Muñiz, tenor que hace un par de décadas hacía protagonistas, en el papel de padre de Ascensión.

Pero toda persona que conozca esta zarzuela sabe que quien se lleva el gato al agua es un personaje que no canta: Espasa, el camarero del bar. 

Luis Varela recogió el testigo de Raúl Sénder hace ya mucho. Ambos eran/son geniales Espasas. Sénder era más jeta, más descarado, más marilistillo. Varela es un auténtico embaucador, un prestidigitador de palabras, con un saber decir que te emboba. Y por muy anticuadillos que estén ya algunos de sus chistes, es imposible no reirse.


Varela domina la escena sin necesidad de robarle protagonismo a los demás intérpretes, lo cual es también un gran mérito.

En la dirección musical, Miguel Ángel Gómez Martínez, que ha optado por una visión suave y elegante de la partitura, limando chimpúnchimpunes y evitando excesiva algarabía en los momentos más animados, como puede ser el pasodoble. Muy bien, es una opción, aunque sé de alguno que habría preferido más chundachunda y que le quiten las butacas de patio para ponerse a bailar.

Con el teatro a reventar, en fin de semana y en navidades, el público se comportó como era esperable: concierto de toses, teléfonos móviles sonando durante toda la obra, caramelitos y bolsas de plástico a cada momento y gente hablando. 


Los Gremlins (personas de edad entre avanzada y MUY avanzada que mueven la cabeza al compás de la música, tararean y cantan a la vez que los cantantes sin preocuparles el volumen) lo tienen difícil con esta zarzuela: sólo se saben el "Hace tiempo que vengo al taller", y empieza tan de golpe que no les da tiempo a cantarlo. Y les da rabia. Por eso cuando tras el descanso empieza el segundo acto con la misma melodía del pasodoble, se desatan. Esta vez se oyó un enfervorecido "Cariiiiiiñooooooooo". 

En definitiva: una tarde de zarzuela la mar de animada, dos horas que se pasan volando, un señor alemán a quien le gustó mucho y una recomendación: esta producción de La Del Manojo De Rosas del Teatro de la Zarzuela es para TODOS los públicos: da igual edad, aficionado o no a la música o a la lírica, es una función superdisfrutable en la que todo se mueve a muy alto nivel.


Hay funciones hasta el día 12 de enero. Y hay otro reparto (preparado por Teresa Berganza) algunas tardes. y en La Zarzuela da igual estar en gallinero, porque tampoco es un teatro tan gigante. Mientras la entrada sea medianamente centrada, se disfruta perfectamente.

Y si te quieres preparar la obra tienes las grabaciones de Teresa Berganza / Antonio Blancas, Isabel Penagos /Manuel Ausensi y Pilar Lorengar / Renato Cesari (mi favorita).

Que vayas.


Pablo Sorozábal.
La del manojo de rosas.
Romeu, Frontal, Iniesta, Crooke, Bernal, Varela.
Gómez Martínez, Sagi.
Teatro de la Zarzuela, Madrid.
Domingo 29 de diciembre de 2013.



Mira

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