martes, septiembre 12, 2017

Rodelinda y Butterfly

Ehhh, que estaba un poco perdido, ¿no?

Sí.

De las óperas del año pasado me he dejado en el tintero dos, Rodelinda y Madama Butterfly. 
¿Por qué?
Pues porque me cuesta mucho escribir sobre funciones que me han decepcionado, no soy ningún crítico, me duele poner a parir a los artistas que, estoy convencido, realizan un trabajo con sus mejores intenciones y luego a mí no me ha gustado. Sí, a no ser que me sienta verdaderamente estafado, no me parece justo echar por tierra todo un proceso de creación en unas cuantas líneas que se leen online.
Pero también soy público, y he pagado por asistir a esas representaciones.

Y mira, Rodelinda me fascinó como concepto, por una puesta en escena genial (y espectacular), pero el reparto que me tocó distaba mucho de ser satisfactorio. La pareja protagonista se esforzaba, pero no me llegaba. Y ahora cómo voy yo, simple espectador, a empezar a ponerlos a caer de un burro. No. 

Gracias a la labor orquestal y, repito, a una ingeniosísima puesta enfocada desde la visión del hijo de Rodelinda y Bertarido, disfruté mucho de un Händel de los tostoncete, la típica sucesión interminable de arias de las que sólo se queda en la memoria el Vivi, tiranno. Ah, sí, hay un dúo precioso. Pero mantuve el interés y, ya digo, me lo pasé en grande, pese al discreto reparto.

El vídeo ha estado colgado en Palco Digital y en alguna otra web de ópera. Merece la pena.


Y la Butterfly es otro cantar.
Por que con una obra de repertorio "ópera-maría" no hay piedad. La hemos visto y escuchado tantísimas veces que exigimos como mínimo un nivel alto-muy alto.

La producción ya la conocemos, tiene más de 15 años y aunque tiene sus hallazgos al final acabas pasando olímpicamente del rollo del rodaje cinematográfico y te centras en el drama de verdad. Para los que no la conocen, muy bien porque está estéticamente muy cuidada, pero los que la hemos visto hasta 4 veces ni nos fijamos en los elementos que distraen de la acción principal.

Aquí quien venció, una vez más, fue Puccini, porque su música acabó arrastrando y superando a todo lo demás: la orquesta se dejó llevar de una manera escandalosa, de matices nada, cada vez que el drama llegaba a una cota climática se desbordaba a lo bestia, provocando la emoción del público. Igual que la Cio Cio San, una soprano que en teoría no podía con el papel (registro medio/grave ausente, volumen limitado) pero que lució una entrega y un registro expresivo tales que nos puso el corazón en un puño. Del tenor mejor no hablar porque casi ni lo oí (no, no me tocó el del primer reparto, tan criticado por sus bocinazos, pero ojalá hubiera sido él el que cantó). Así pues, una Butterfly con elementos también muy discretitos pero que en su globalidad consiguió apasionar.

También está disponible por tiempo limitado el vídeo en diversas plataformas web.



Y ya está, la semana que viene comienza mi temporada en el Real, en otro turno, en otra butaca, con un Mozart de los que no conoce ni el Tato (bueno, las listillas de costumbre ya nos vendrán a decir que es una ópera esencial y obra maestra, etc). ¿Qué nos deparará?

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