miércoles, abril 02, 2008

Tamerlano y las jaulas del Real


Tamerlano, de Händel.
Teatro Real de Madrid
1 de abril de 2008.

Soy idiota, y lo sé.
No es la primera vez que me pasa.
Ayer llegué tarde al Tamerlano de Händel en el Real.
Me confié con que empezaba a las 8 de la tarde como todas las óperas y resulta que empezaba a las siete.

Antes, cuando llegabas tarde podías ver la representación en una proyección infame con sonido de altavoz en el salón de actos que hay en la planta séptima del teatro.

Ahora han cambiado y han puesto en la planta 5ª dos jaulitas desde las que puedes ver la representación en una pantalla y la escuchas con sonido directo de la sala. Están justo detrás de las pantallas altas laterales que se ven desde las butacas. La solución es curiosa, te da la sensación de estar en el zoo.


Me perdí gran parte del acto primero, pero llegué a tiempo para la segunda aria de Plácido Domingo. Bien, se oía bien. Pero luego llegó el final de acto y lo que oía no era más que un murmullo. ¿Estaba la mezzo escondida al final del escenario y no me llegaba bien el sonido o era realmente todo tan apagado? Huy, miedo me dio.

Después de pelearme en el intermedio por recuperar mi butaca en Paraíso, que ya había sufrido una "okupación"... pues mitad y mitad, porque si bien el sonido era mucho mejor, tengo que decir que las dos mezzos me aburrieron mucho. Muchísimo. Yo no sé si se estaban reservando o qué, pero aquello me resultó bastante tostón. Y a mí Händel me pone las pilas, que no soy de los que se duermen con el barroco. En el tercer acto mejoraron considerablemente y se rompió el tono monocorde de lo que había escuchado hasta el momento. Mucho mejor las dos sopranos.

Plácido Domingo cantó como hacen los cantantes consagrados: "hizo suyo el papel", que quiere decir que lo cantó como le dio la gana, a su estilo, pero con esa voz que tiene se lo puede permitir. Aquello no era barroco, era Plácido. Increíblemente comunicativo en los recitativos, airoso en las arias de bravura y tremendo, tremendísimo en la verdiana muerte.

Sin él, la función hubiera sido un coñazo.
Podrían haber puesto un contratenor por lo menos, jo.
La orquesta, cumplidora. ¿Por qué no se utiliza una orquesta de instrumentos originales para el barroco? Ah, misterios.

Sobre la escenografía, nada que comentar. Está todo más que visto: decorado totalmente blanco con un elemento que hace contraste de vez en cuando: un elefante azul, un trono dorado, una mesa negra o... UNA FALLA (porque no se sabe lo que era eso que salió en el acto II).

Deserciones, muchas deserciones y muchos cambios de butaca.

5 comentarios:

  1. Que pena desperdiciar recursos así :(

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  2. Visto tendrá gancho, ya que Plácido amalgama todo y de la nada hace un acontecimiento, pero solamente oído, da vergüenza.
    A las pruebas me remito.

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  3. Me encanta este blog, no lo conocía, espero sigas igual de critico, me fascinó. Gracias.

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  4. Qué alegría me das! Ya pensaba que tenía que dejar de ir a la Opera porque en el fondo no me gustaba. Es que yo la ví sin Plácido y era una pesadez. He de confesar que dí varias cabezadas. También llegamos tarde y nos metieron en la jaula.
    Y también vimos la Falla!

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  5. Pues yo me la comí ayer con patatas y en retransmisión diferida vía Barcelona (Opera Oberta) vamos que en el primer acto me hice una siestecita muy rica... Que solo salvo a las sopranos... y un poco a la Mingardo (que me cae bien). A Placido como le tengo manía pues nada... que lo mismo que comentas... que hizo suyo el papel o que lo hizo como le dió la gana... pero desde luego no como lo compuso Händell.
    La escenografía sosa...
    La producción simplemente olvidable... ¿A ver que pasa mañana con la Alcina (tengo semana Händell, si) aquí en valladolid?

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