Con la excusa de que los protagonistas de ambas óperas son víctimas de sendas dictaduras políticas (la web del Real dixit) y de un dogmatismo moral represivo, se nos ha metido en programa doble a Il Prigioniero, de Luigi Dallapiccola junto a Suor Angelica, de Giacomo Puccini.
Bueno, fifty fifty, porque si bien el prisionero lo es por motivos políticos (se le supone un sublevado flamenco frente a Felipe II) de represión moral tiene poco, y lo contrario la pobre monjita (¿qué dictadura política le afecta a la pobre que no sea la de su tiránica tía?).
El caso es que ambos personajes están atrapados, uno en una cárcel y la otra en un convento de clausura. Uno ansía la libertad y la otra sólo noticias, y para ambos ver un rayo de luz significa esperanza. Y, no es cuestión aquí de desvelar finales, pero chico, en la ópera ya sabes cómo son, casi todas acaban fatal, así que la esperanza, como decía la Principessa Turandot, delude sempre.
Una vistosa estructura giratoria troncocónica (una pantalla de lámpara, para entendernos) a base de barrotes y escaleras es el decorado común para ambas óperas. La verdad, da juego, evoca perfectamente la claustrofobia que sienten los personajes y da mucho juego.
Pero lo que realmente creo yo que ha conseguido conjuntar ambas óperas al margen de sus argumentos es la orquesta. Una fantástica, intensa y vibrante interpretación a cargo de la Orquesta Titular del Teatro Real dirigida por Ingo Metzmacher. Muy bien.
Il prigioniero es una obra dodecafónica facilita y asumible para oídos acostumbrados a música más convencional. Tiene mucho ñiñoñiñoñiñoñiiii... chaaaaaaan efectista. Para un clasicorro como yo no me pareció mal, la verdad.
Lo que sí que me pareció simplón y obvio fue el argumento: ¿De verdad algo tan anecdótico ha tenido que estar basado en dos obras litearias distintas? Siempre lo digo: señores de los teatros, por favor, no dejen escribir los libretos a los mismos compositores, que Wagner sólo hubo uno. Y los demás se las dan de grandilocuentes y pasa lo que pasa.
Deborah Polaski, con la voz ya cascada pero con un saber decir y una presencia aún muy impactantes, cumple el papel de la madre del prisionero, que era Vito Priante, de bella voz baritonal, buena planta y actuación convincente. Dos sacerdotes, Gerardo López y David Rubiera, estuvieron más que bien en sus cortísimos papeles y sólo Donald Kaasch en el doble papel de Carcelero/Inquisidor (¿Felipe II?) estuvo más flojito. Con buenos detalles pero no me convenció.
En Suor Angelica ya nos dejamos llevar por el intenso melodismo pucciniano, nuevamente servido estupendamente por la orquesta.
Aquí la que me dejó un poco frío fue Veronika Dzhioeva en el papel principal. O la chica estaba reservándose optó por una interpretación introspectiva, pero le costó mucho meterse en el rol. Bella voz, sí, pero sin la profundidad dramática que requiere la Angelica.
Sólo empezó a emocionarme después del Senza mamma, y eso ya son los últimos minutos de la ópera. Eso sí, en La grazia e discesa dal cielo y en el final estuvo intensísima. El nivel de ese final de la ópera fue muy, pero que muy alto. Ovaciones.
Polaski aborda el papel de la Zia de una manera más parlada que cantada. Suple su desgaste con una prosodia y una actuación ejemplares. Su tía no es la clásica fría autoritaria ni la fanática religiosa que se nos ha presentado casi siempre: es una mujer resignada a que los designios de Dios sean los que rijan el mundo, y aunque ella sea la responsable de que la pobre Angelica esté allí encerraíca ha sido porque Dios lo ha querido así. Si has visto la película "Camino", me recordó mucho a la madre de la protagonista. Muy Opus todo.
El resto de las monjas, muy bien, yo destacaría a Auxiliadora Toledano y Marina Rodríguez-Cusí.
El coro masculino, algo vociferante en Il Prigioniero y para mí inaudible en Suor Angelica (creo que intervienen al final en los delirios de la prota, ¿no?), porque los colocaron en las jaulas del 5º piso y yo estaba sentado justo debajo de la jaula de enfrente, con lo que oía perfectamente el coro femenino y de voces blancas que me tapaban el otro.
Quien quiera una versión calixtobietizada del argumento de Suor Angelica, se puede pasar por aquí: clic.
Salí bastante contento con la velada. Me sentí muy "señora que va al teatro con abrigo de ramuské y se emociona con Puccini".
Luigi Dallapiccola
Il prigioniero
Giacomo Puccini
Suor Angelica
Teatro Real. Madrid. Jueves 15 de noviembre de 2012.
Ingo Metzmacher, Lluís Pasqual
Vito Priante, Veronika Dzhioeva, Deborah Polaski, Donald Kaasch, Auxiliadora Toledano, Marina Rodríguez-Cusí, Itxaro Mentxaka, María Luisa Corbacho, Gerardo López, David Rubiera, Maira Rodríguez, Rossella Cerioni, Anna Tobella, Sandra Ferrández, Maite Maruri, Legipsy Álvarez, Debora Abramowicz, Carolina Muñoz, Esther González.
Hombre, a la monja no le afecta ninguna "dictadura política", pero tanto ella como el Prisionero viven encerrados debido a dos ambientes opresivos. La culpa de lo de Sour Angelica no la tiene solo su tía, ni mucho menos; de hecho, este personaje tiene también mucho de víctima, como creo que la Polaski (como hacía la Ludwig con la Sutherland) en cierto modo insinuó. Ellas dos son víctimas de un axfisiante contexto de moralismo ultracatólico en que el disfrute carnal, en todos sus registros, es un grave pecado. Tener un hijo soltera, lo peor de lo peor. La tía, además de ser una evidente cabrona, está sufriendo por la enorme vergüenza de que eso le haya pasado a su ahijada. Fíjate como el mismo ambiente en contra de todo lo que sea disfrutar de los sentidos se respira dentro del convento. ¿No le echaron una bronca a una monjita por llevar una rosa escondida y a otra por hacer reir durante la misa? Y poder volver a tocar a un borrego es para otra "lo más".
ResponderEliminarPor cierto, a mí me gustan muchísimo tanto Sour Angelica como Il Prigionero, y en esta última obra no encuentro mayor efectismo del que también hay (no nos engañemos) en Puccini. Me quedo con los dos, desde luego. Gracias por compartir tus impresiones.
Muchísimas gracias por tu comentario.
ResponderEliminarMe encanta la "Suor...", típica obra de promoción para los estudiantes de la carrera de Regie porque se puede hacer minimalista y al piano. Y hay sopranos y mezzos en la carrera de canto a discreción.
ResponderEliminarDallapiccola es otro a descubrir para mí.
Metzmacher fue el director General de música de la Ópera de Hamburgo mucho tiempo. Es una estrella por aquí. No me extraña que la orquesta haya sonado tan bien.
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