Marcelo Álvarez, Violeta Urmana, Elena Zaremba, Marco Vratogna, Alessandra Marianelli.
Jesús López-Cobos
Teatro Real de Madrid. Miércoles 1 de octubre de 2008
Oye, pues más que apañao el primer título de la temporada del Real, qué quieres que te diga.
Y ya estamos con los jaleos de entradas. El día 16, que es cuando me toca de abono, no estoy en Madrid. Así que ya me las agenciaré para vender la entrada y me saqué una sin visibilidad pero enfrente de una de las pantallas para anteayer día 1.
Salí ganando, que en esta producción hay que escuchar, porque ver, lo que se dice ver, mejor no hacerlo. Menuda basurilla. Muy en la línea feísta que se gasta el Teatro Real en los últimos tiempos: Todo negro, todo oscuro, todo horrendo, y los oftalmólogos frotándose las manos. En el primer acto hay una especie de tapiz espantoso espantoso que parece que vayan a empezar a saltar ácaros en cualquier momento. Con decir que la escena mejor resuelta es la del "orrido campo", que transcurre en unas ruinas (cómo no, grises y negras)... En fin.
La gran baza escénica era un espejo inclinado que permitía la visión de un "semisótano trasero" en la escena del baile. Por supuesto, sólo para platea y primeros pisos, como es costumbre. Yo lo veía mal que bien en las pantallas, pero francamente no le hice ni caso..
Pues sí, a escuchar tocaba.
Me gustó mucho Violeta Urmana, creo que tiene el timbre y temperamento perfectos para esta ópera, ni se queda corta ni se pasa en lo dramático. Aparte, nos regaló el oído con unos graves contundentes. Muy bien.
Marcelo Álvarez también estaba en su salsa, con un enfoque ligero y desenfadado al principio y plenamente expresivo en los dos últimos actos. Considerando que los dos últimos Riccardos que había escuchado en directo fueron Fraccaro y Cupido, todo un gustazo para el oído.
Zaremba, mezzo dramática de esas que se oyen hasta en el edificio de al lado, con su vibrato incorporado, bastante bien.
Vratogna, en sustitución de Carlos Álvarez, cumplió con el papel de Renato aunque el fraseo/emisión fue un tanto desconcertante. Por megafonía avisaron de que era su 5ª función en 7 días.
Y la Marianelli como Oscar estuvo muy correcta también, sin resultar nada atacante.
Me gustó mucho la dirección de López Cobos. Le dio el punto justo a las partes más movidas sin caer en el peligroso pachín-pachinismo que algunos le dan a Verdi, y se regodeó en las partes más dramáticas.
En fin, buena noche operística.
Y mejorando los tres últimos Ballos que he visto en directo:
- Teatro de la Zarzuela, con la Tomowa-Sintow, la Obraztsova y no recuerdo el tenor: fue también un gustazo para el oído y un suplicio para la vista, había una especie de meteorito flotando y unos marcos de cuadro enmarcando (valga la redundancia) toda la escena.
- Teatro Real, allá por su inauguración: más mediocre no pudo ser, la producción era de teatro de tercera comarcal y el tenor estaba afónico el pobre.
- Liceu, la famosa producción de Bieito, que a mí, salvo lo de la violación, me parece fantástica, con Fraccaro y Ana María Sánchez (¿qué ha sido de esta mujer, que hace unos años estaba en todas las temporadas?) que cumplieron justitos.
Ah, yo no sé si el turno F es muy pimpín, si se lo toman como inauguración de temporada o qué, pero vamos, la gente estaba hipervestidísima de gala en el vestíbulo y a la salida había mogollón de chóferes esperando en la puerta. Y yo con las nuevas zapas que me acabo de comprar y mi sudadera con capucha como que desentonaba un poco... pero también tenía coche esperándome en la puerta, chincha.
Y, de todas formas, qué te puedes esperar de una ópera de Verdi cuyo primer cuadro termina con un cancán.
Pues a disfrutar se ha dicho, leches.
Ah, grabé con el móvil el dúo del segundo acto, pero se oye muy bajito y no merece la pena que lo suba, ya lo escucharéis mañana por la radio.
Pues me alegro que haya sido un buen "Ballo"; creo que ya comenté aquí que es una de mis favoritas de Verdi.
ResponderEliminarLo del espejo para ver la sala de baile está muy visto ya, amén de que siempre se perjudican los que sacan plateas más altas (buena acústica=pésima visión).
En el Teatro Colón de Buenos Aires, allà por los ochentas, se hizo lo del espejo en un "Otello"; nuestro teatro alemán lo hizo en "Arabella" - y teníamos que bailar el vals con frenesí hasta el final del acto segundo.
Lo de los zapatos deportivos: yo no me hubiera atrevido. No soy muy formal, pero si llevo algo así para ir a la ópera no estoy muy tranquilo; siempre temo que una dama me señale con el dedo acusador y me encadenen al cepo una hora.
Si señor, más que apañado diría yo.
ResponderEliminarNo es normal oír un Ballo así de completo. El barítono mejorable.
La pega de haberlo visto en el cine es que los 850 kilos de los protagonistas principales y sus casi nulas prestacionales actorales, no beneficiaban en nada a la mediocre puesta en escena, pero lo que se dice el oído, la mar de satisfecho, oiga.
Saludos