Idomeneo, de Mozart
Teatro Real de Madrid
Sábado, 19 de julio de 2008
López-Cobos, Kurt Streit, Emma Bell, Bernarda Fink, Cinzia Forte, Francisco Corujo.
Creo firmemente que debo ser un alien. Y es que leyendo otras crónicas del Idomeneo de Madrid (clic o clic) yo no se si tuve la suerte de asistir a la función mágica o si realmente me tengo que replantear mis apreciaciones operísticas.
Porque vamos, tengo una opinión totalmente contraria a lo que he leído por ahí.
Y mira que a mí Mozart, por lo general, me aburre entre bastante y mucho, por lo general. Conocida es mi fobia absoluta al Così, las dificultades que tuve para que Le Nozze me entraran (ahora me encantan pero hace tiempo, uf) y los tijeretazos salvajes que le pegaría al segundo acto de la Flauta.
Espero que con el párrafo anterior los que hayan entrado buscando una crónica tradicional ya hayan salido espantados y lo suficientemente irritados.
Pues eso, a lo que voy. Que salí encantado de la función de Idomeneo del sábado y, lo que es más importante, con la sensación de haberme empapado de Mozart. ¿Que la orquesta no estuvo briosa y apasionada? Pues no, pero es que estamos hablando de clasicismo, no de ópera romántica, y de un dramón, no una comedia. Con final feliz, pero dramón al fin y al cabo.
Y, curiosamente, esta mozartcomunión la conseguí en el segundo acto, que encontré con el punto dramático justo y logrado. Y se disolvió un poco en el tercero. Justo lo contrario que opinan los demás. Ays.
También tuve la suerte de contar con el primer reparto, con un Kurt Streit estupendo. Por favor, un tenor lírico que no es el clásico gorrinillo chillón ni la máquina de coloratura perfecta que por mucha voz bella que tenga en cuanto se retira dos metros de la boca del escenario no se le oye. Chico, qué gustazo, disfruté de lo lindo con él.
Y luego, Emma Bell. ¿Dónde ha cantado esa señora que no la he oído yo en el Real? Qué Elettra. La Bell es capaz de transmitir el tormento y la inquietud que requiere el personaje (porque a Elettra la pintan como la mala, pero de mala no tiene nada la pobre, simplemente está enamorada del príncipe y todo se vuelve en su contra), y no sólo con una actuación escénica impactante, sino, lo que es más importante, con la voz. Su aria de despedida fue de poner los pelos de punta.
El resto bien, la Fink tiene un bello color de voz y gusto clásico cantando, y la Forte bueno, pues lo hizo. Es que su papel tampoco es que me llame mucho. Francisco Corujo cantó muy requetebién su aria y, por lo que he leído, mejor él que el titular Workman.
De la producción poco hay que decir. Es una mierda pinchada de un palo. No tiene perdón de dios, vamos. Y menos mal que estaban Fink, Streit y Bell para actuar, que si no ya hubiera sido de morirse. La tomé como si hubiera sido una ópera de esas semienconcierto, porque tela con el Luc Bondy y sus ideas.
Pero es que lo más llamativo era la ramplonería de los decorados. Vamos a ver, señores, que es coproducción del Real con la Scala y la Bastille. Los tres son teatros grandes, y en concreto los de Madrid y París tienen pisos altísimos. ¿Se han dado cuenta de lo rematadamente FEO que queda el que se vean los listones que sujetan los decorados por encima de estos? ¿Y el hueco entre la horrenda lona de fondo en la que estaba dibujado el mar y el suelo del escenario? Pero si veíamos las escaleras, las barandillas y las puertas por donde entraban y salían los personajes. Anda que...
No voy a entrar en el simbolismo de la plataforma móvil que hacía de templo, porque su explicación (muy profunda) tendrá. Pero vamos, que se han cubierto de gloria.
Después de unos aplausos más intensos de lo habitual para el elenco musical, se encendieron las luces. Y una voz en 5º piso soltó algo así como: "El director de escena, que salude. A que no hay narices". Esto de que sólo salgan en los estrenos nos quita jugosos momentos de algarabía en el gallinero, te lo digo yo.
En fin, que yo salí encantado, que no se me hicieron nada nada pesados los dos primeros actos juntos (con lo que soy yo para esas cosas) y que, desde luego, como dice mi amiga Miss Paris Morgan, como cierre de temporada, un lujo un broche.
Ni que decir tiene que me encantaría poner más fotografías, pero el web del Real, a la altura ya de la 5ª representación, aún no tiene nada colgado (clic), e incluso en la presentación de la ópera tiene aún a la Antonacci como la Elettra del segundo reparto. Ya les vale.
Teatro Real de Madrid
Sábado, 19 de julio de 2008
López-Cobos, Kurt Streit, Emma Bell, Bernarda Fink, Cinzia Forte, Francisco Corujo.
Creo firmemente que debo ser un alien. Y es que leyendo otras crónicas del Idomeneo de Madrid (clic o clic) yo no se si tuve la suerte de asistir a la función mágica o si realmente me tengo que replantear mis apreciaciones operísticas.
Porque vamos, tengo una opinión totalmente contraria a lo que he leído por ahí.
Y mira que a mí Mozart, por lo general, me aburre entre bastante y mucho, por lo general. Conocida es mi fobia absoluta al Così, las dificultades que tuve para que Le Nozze me entraran (ahora me encantan pero hace tiempo, uf) y los tijeretazos salvajes que le pegaría al segundo acto de la Flauta.
Espero que con el párrafo anterior los que hayan entrado buscando una crónica tradicional ya hayan salido espantados y lo suficientemente irritados.
Pues eso, a lo que voy. Que salí encantado de la función de Idomeneo del sábado y, lo que es más importante, con la sensación de haberme empapado de Mozart. ¿Que la orquesta no estuvo briosa y apasionada? Pues no, pero es que estamos hablando de clasicismo, no de ópera romántica, y de un dramón, no una comedia. Con final feliz, pero dramón al fin y al cabo.
Y, curiosamente, esta mozartcomunión la conseguí en el segundo acto, que encontré con el punto dramático justo y logrado. Y se disolvió un poco en el tercero. Justo lo contrario que opinan los demás. Ays.
También tuve la suerte de contar con el primer reparto, con un Kurt Streit estupendo. Por favor, un tenor lírico que no es el clásico gorrinillo chillón ni la máquina de coloratura perfecta que por mucha voz bella que tenga en cuanto se retira dos metros de la boca del escenario no se le oye. Chico, qué gustazo, disfruté de lo lindo con él.
Y luego, Emma Bell. ¿Dónde ha cantado esa señora que no la he oído yo en el Real? Qué Elettra. La Bell es capaz de transmitir el tormento y la inquietud que requiere el personaje (porque a Elettra la pintan como la mala, pero de mala no tiene nada la pobre, simplemente está enamorada del príncipe y todo se vuelve en su contra), y no sólo con una actuación escénica impactante, sino, lo que es más importante, con la voz. Su aria de despedida fue de poner los pelos de punta.
El resto bien, la Fink tiene un bello color de voz y gusto clásico cantando, y la Forte bueno, pues lo hizo. Es que su papel tampoco es que me llame mucho. Francisco Corujo cantó muy requetebién su aria y, por lo que he leído, mejor él que el titular Workman.
De la producción poco hay que decir. Es una mierda pinchada de un palo. No tiene perdón de dios, vamos. Y menos mal que estaban Fink, Streit y Bell para actuar, que si no ya hubiera sido de morirse. La tomé como si hubiera sido una ópera de esas semienconcierto, porque tela con el Luc Bondy y sus ideas.
Pero es que lo más llamativo era la ramplonería de los decorados. Vamos a ver, señores, que es coproducción del Real con la Scala y la Bastille. Los tres son teatros grandes, y en concreto los de Madrid y París tienen pisos altísimos. ¿Se han dado cuenta de lo rematadamente FEO que queda el que se vean los listones que sujetan los decorados por encima de estos? ¿Y el hueco entre la horrenda lona de fondo en la que estaba dibujado el mar y el suelo del escenario? Pero si veíamos las escaleras, las barandillas y las puertas por donde entraban y salían los personajes. Anda que...
No voy a entrar en el simbolismo de la plataforma móvil que hacía de templo, porque su explicación (muy profunda) tendrá. Pero vamos, que se han cubierto de gloria.
Después de unos aplausos más intensos de lo habitual para el elenco musical, se encendieron las luces. Y una voz en 5º piso soltó algo así como: "El director de escena, que salude. A que no hay narices". Esto de que sólo salgan en los estrenos nos quita jugosos momentos de algarabía en el gallinero, te lo digo yo.
En fin, que yo salí encantado, que no se me hicieron nada nada pesados los dos primeros actos juntos (con lo que soy yo para esas cosas) y que, desde luego, como dice mi amiga Miss Paris Morgan, como cierre de temporada, un lujo un broche.
Ni que decir tiene que me encantaría poner más fotografías, pero el web del Real, a la altura ya de la 5ª representación, aún no tiene nada colgado (clic), e incluso en la presentación de la ópera tiene aún a la Antonacci como la Elettra del segundo reparto. Ya les vale.
Tengo que pasarte una versión de Cosí...
ResponderEliminarNos encanta Bernarda. Es megamusical.
Esto no lo echarán por La 2, no? :(
Lástima...
No diré nada de las puestas en escena, porque ya lo has dicho tú.
Y vaya postazo, nene, más weno.
Esta producción se reprenta en el Palais Garnier no en la Bastille...
ResponderEliminarPues me alegro que te gustara... Cada noche es diferente...
Es verdad, Palais Garnier. Craso error. Cuando leo Ópera de París pienso ya siempre en Bastilla.
ResponderEliminarDe la función no puedo opinar porque no estuve.
ResponderEliminarLástima que no te guste "Cosí...". Y "Flauta" me gusta sin cortes.
Hace poco dieron un "Idomeneo" por la tele alemana a raíz de la re-apertura del teatro Curvillés en Munich. La puesta, muy buena, y la Elettra, una pasada en su- increíble- aria final.
También queremos a la Fink, que su Sesto en "Clemenza" - una ópera llena de recitativos aburridos que Mozart encargó a otro para cumplir con la fecha de entrega de la obra- con Jacobs en la batuta es estupendo.Conocerás la grabación, supongo.
Le doy la entera razón a la voz del 5° piso, ya me gustaría a mí que algunos de los que hemos sufrido como regisseurs salieran a saludar en las otras funciones. Pero en un teatro de provincia como el mío, el público es DEMASIADO "educado" y no abuchea nunca. Lástima, porque así tendría yo la sensación de que hay un justicia...además sería muy divertido de ver y oír.
Ya no hay "viudos" de Conchita Supervía, supongo...
Lo mejor, tu escueta valoración de la puesta en escena: una mierda pinchada en un palo. Jajajaja eso es ser conciso y lo demás tonterías :-D
ResponderEliminarPues me alegro de que disfrutaras tanto, la verdad es que es curioso cómo puede llegar a cambiar la sensación de una noche de un espectador a otro. Salvo en las apoteósicas de verdad, en las que todos solemos salir en una nube, como con Damrau o Dessay, las que se mueven en lo así-así provocan reacciones muy diferentes a veces.
Besos