miércoles, noviembre 10, 2010

Otra Vuelta de Tuerca


La primera vez que vi The Turn of the Screw de Britten fue en Barcelona (en el Teatre Victoria, cuando el Liceu estaba socarraet) y casi me duermo en la primera parte pero en el segundo acto conseguí meterme tanto en la obra que hasta me dio miedo, y salí encantado. Sobre el primer acto, en mi descargo hay que decir que fue un domingo a las cinco de la tarde -sopor, sopor- y que la música de Britten no es que sea precisamente muy animada, je.



Había tomado con precaución esta Otra Vuelta de Tuerca del Real. Las críticas leídas en la prensa hablaban de un teatro demasiado grande para una ópera de dimensiones tan reducidas, lo que provocaba una lejanía entre el espectador y la obra.


En parte no les falta razón, tanto teatro como escenario son enormes, pero de lejanía nada. Afortunadamente se ha contado con una orquesta estupendamente dirigida por Josep Pons (¿cuántos eran, sólo 13?, fantástico trabajo) y unas voces que no tuvieron ninguna dificultad en llenar el espacio y la distancia con el público.

Tremenda Emma Bell, que lo mismo te canta un Mozart que un Britten. Templada y afinada y una voz potentísima. Una gozada de institutriz. Puede que interpretativamente no llegue a transmitir el estado febril que necesita el personaje, pero en eso hay más culpa del director de escena, creo yo.

Bien los niños (la Flora, estupenda), muy intensa la Miss Jessel y un ole para el Peter Quint de John Mark Ainsley, que caramba la dificultad que tiene el papel. El ama de llaves fue Marie McLaughlin. Da gusto ver cómo una de las traviatas más cursis de los 80 (todos la conocíamos, era el único vídeo VHS que circulaba comercialmente por aquella época) ha dado paso a una buena e incisiva característica.


Vamos, que en el aspecto musical me gustó todo mucho.
En el escénico... no tanto.

Los decorados me parecen muy apropiados: con una iluminación adecuada, tres paneles y unos pocos elementos que cambian de sitio se consigue perfectamente la ambientación necesaria para esta ópera. Ninguna objeción.

Pero sí a la dirección de actores por un asunto fundamental: los fantasmas.


La institutriz ve fantasmas. No sabemos si son reales o sólo (que ahora se escribe sin tilde) fruto de su imaginación, pero en la ópera de Britten están, y cantan.

Y McVicar los coloca y mueve como a los personajes reales. Vale que tampoco pido efectos especiales demenciados o sorprendentes, pero para mí que un fantasma llegue andando, se pasee como Pedro por su casa y luego se vaya tan campante... como que no, que no me da la atmósfera que la historia cuenta ni la ambigüedad sobre si existen o no. Algo más de juego de luces, alguna transparencia, no sé. En las funciones de Barcelona la aparición de Miss Jessel era terrorífica, aquí no llega ni a inquietante.

Por otro lado, al personaje de la institutriz le falta un punto de fragilidad mental. Sí, se ve que está algo perturbada, pero más como una heroína operística clásica que como la mujer obsesionada que es.



También es cierto que no puedo evitar tener en mente la tremendísima recreación del personaje por parte de Deborah Kerr (qué mujer tan fina) en la película The Innocents (Suspense, 1961), o la novela corta de Henry James en la que se basa la ópera, donde la institutriz es víctima de la fortísima represión sexual victoriana. Y sí, el libretto de la ópera no lo refleja bien, pero a estas alturas en las que estamos curados de espanto con las producciones operísticas, hacer mayor hincapié en este aspecto no hubiera estado mal. Recomendadísimas tanto la peli como la novela.

Que sí, que me ha gustado, y mucho, pero para mí también tiene el pero de no haber logrado un ambiente más inquietante. De todas formas, recomendable totalmente.


Ah, para los comentarios típicos de operafánatico "yo he visto la mejor función del mundo del año catapum y tú no y además tengo la más rara referencia en disco -en directo, of course- y con sonido de huevos fritos", diré que no fui a la producción de la que todo el mundo habla maravillas del Teatro de la Zarzuela con Raina Kabaiwanska.

Y a los que esperaban crónica del Mahagonny lo siento, pero tampoco fui. Es una obra que no me gusta y ese día estaba cansadísimo.


The turn of the screw, de Benjamin Britten
Emma Bell, John Mark Ainsley, Jacob Ramsay-Patel, Nazan Fikret, Marie McLaughlin, Daniela Sindram.
Josep Pons, David McVicar.
Teatro Real de Madrid, lunes 8 de noviembre de 2010




Y no puedo terminar sin poner Los Inocentes, una canción dedicada a los niños Miles y Flora a cargo de La Monja Enana, uno de mis grupos favoritos, je je:






4 comentarios:

  1. Una ópera que no conozco; me dieron ganas de escucharla leyendo tu crónica.
    No es muy larga.

    No ví la película con la Kerr pero leí la novela y creo que debe ser casi imposible trasladar esa ambigüedad de Henry James en otros medios como la ópera y e cine, medios que tienen otros códigos.

    Y a la Kerr la queremos mucho por "An affiar to remember" (ya que hablamos de cosas sentimentales).

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  2. Estimado colega bloguero y melómano. Yo iré el próximo domingo, y mi primera "Vuelta" fue en el Teatro de la Zarzuela, hará como 4 años y me fascinó. Muchas felicidades por la entrada tan fantástica.

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  3. Gracias a ambos por los comments. Eleuterio, consíguete la película, te va a fascinar (y vas a pedir al encargado de peluquería del teatro que te haga un estilismo muy Kerr, ya verás)

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  4. Con lo bueno que eres, te prodigas poquísimo Mocho.
    No hay posts como los tuyos en los blogs que frecuento.
    Fascinante y refrescante manera de que te entren ganas de asistir a un espectáculo.
    BRAVO!

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