jueves, diciembre 18, 2008

¡ Agua !





Leoš Janáček
Katia Kabanova (Ká'ta Kabanová)
Teatro Real de Madrid, 17 de diciembre de 2008

Karita Mattila, Dalia Schaechter, Miroslav Dvorský, Natascha Petrinsky, Gordon Gietz, Oleg Bryjak, Guy de Mey, Itxaro Mentxaka, Marco Moncloa, María José Suárez. Jiří Bělohlávek. Robert Carsen.


Hoy va de recuerdos.

Mi primer encuentro con Katia fue hace muchos años, cuando estaba yo en París por motivos de trabajo asistiendo a una espantosa feria de maquina y una tarde me escapé hasta la Ópera Bastilla. Allí mismo un turista me ofreció a mitad de precio una butaca para Katia Kabanova porque no podía asistir. Y acepté. Y qué maravilla. La música me pareció preciosa, la producción sencilla pero con muchísimo juego. Y Nancy Gustafson y Eva Randová dieron un recitalazo vocal. Un pasote.

No compré el disco porque me pareció carísimo, y pensé que ya lo encontraría en Madrid. ¡Ja! A pesar de ser de Decca, en España no estaba a la venta y pasaron años hasta que pude conseguir una versión (Yo me movía en tiendas habituales, nada de diverdis).

Cuando lo tuve lo estuve escuchando muchos días en el trabajo. El segundo acto, especialmente el final, me dejó flipando en colores.


Yo no sé si era muy joven y lo idealicé un poco, el caso es que mi segundo encuentro con Katia me desilusionó un poco. Fue el montaje del Liceo con la fuente y el cisne, y una Angela Denoke que cantó bien pero que no llegó a transmitirme mucho. Lo mismo era yo el que tenía una mala velada, todo es posible. Pero se me apagó un poco la llama Kabanova.

Hasta anteayer en el Teatro Real de Madrid, en la que se volvió a encender. Me hacía gracia un amigo al que me encontré en el descanso y que me decía que no le gustaba Janacek pero era la ópera que menos le incomodaba de él. Yo volví a quedarme prendado de los finales de acto, de esa música que parece tranquila y serena pero expresa todo un batiburrillo de emociones. Y de la mística de Katia, gracias a Karita Mattila.


La primera vez que escuché en directo a Karita Mattila fue en un Eugenio Onegin en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, con un jovencísimo Carlos Álvarez dándole la réplica. Fue mágica, estuvo estupenda. No tenía un agudo trompetero de los que hacen retumbar el teatro, pero cantó de maravilla. Fui a verla dos veces. En la primera, aunque el teatro se cayera a aplausos con el dúo final, nadie aplaudió tras la escena de la carta. En la segunda, fui yo quien inició los aplausos, qué sequedad de público, cojostio.

Han pasado un porrón y medio de años desde aquella Tatiana. Y la Mattila ha pasado de ser una soprano a la que todas las críticas ponían a caer de un burro por fría e inexpresiva, a ser una de las grandes actuales, -con crisis vocal incluida, me indica otro amigo-. Pero de las que se lo han currado, no de las que salen de golpe de la noche a la mañana, se nota que se ha curtido. La voz corre de arriba a abajo con contundencia, expresiva, timbrada. ¿Que tiene un timbre de esos eslavos como falto de claridad? Sí, pero para esta ópera viene la mar de bien. Convenció y conmocionó.


A su lado todos palidecen. A Dalia Schaechter, que sustituía a Julia Juon como la Kabanicha, le costó un poco calentar la voz. Era su primera función. El resto se movió en la corrección, nada del otro jueves, sobresaliendo la labor de la orquesta, matizadísima y exquisita en los momentos más líricos.


El montaje es una preciosidad. Y además es de los pocos que se ven mejor desde arriba que desde el patio de butacas. Todo el suelo del escenario recubierto de agua con unas tablas de madera que van formando los distintos decorados según las mueven unas empapadas figurantes. Muy plástico. Muy gráfico. Perfectamente evocador de la soledad y angustia que atenazan a Katia.Impactante, desolador, en la escena final. Agua, agua y luces. Una maravilla.

El año que viene creo que toca Jenůfa y a ver si ya nos empiezan a programar otros compositores del siglo XX, que Janáček ya va más que servido.

4 comentarios:

  1. Escuché a la Mattila en vivo en el Teatro Colón en Buenos Aires en 1994 o 1995 haciendo "Simon Boccanegra": fue una de las cosas más estupendas que he oído en un teatro de ópera. Completaban el reparto Jose van Dam y Lando Altanelli. Un gustazo.

    Nosotros hicimos "Katia" con una puesta donde todo ocurría bajo el puente de concreto de una autopista.

    Te felicito por la apertura mental: muy pocos aficionados a la ópera, con abono, reclaman y desean que se haga repertorio del siglo XX.

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  2. Qué suerte que hayas asistido a tres Katias diferentes en tu vida, qué lujo.

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  3. Perdón por la finlandesada, que me dicen que los finlandeses no son eslavos.

    Glups

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  4. Yo he interpretado que te referías al timbre de voz de la Mattila como "eslavo", no a su lugar de nacimiento.

    Hay una escuela de canto, una estética del cantar que sí viene de los países del Este: suelen ser voces grandes, cantan repertorio "pesado", trabajan con una emisión- a veces- demasiado abierta, etc. Es una escuela y una estética que suele entrar en conflicto con la escuela más italiana, francesa o alemana, donde se canta más "delgado", conduciendo más la voz como si fuera un láser; véase, así, sus respectivos repertorios.

    En fin; yo interpreto que decir que la voz de un cantante es "más" o "menos" eslava se refiere a su técnica, a su modo de cantar, a su material que viene de Natura, a su repertorio, etc. y no, donde se haya nacido- cosa que también tiene su influencia, claro...

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