lunes, diciembre 28, 2009

Diana Damrau en el Teatro Real


Comentarios con cinco días de retraso desde la fecha del recital de Diana Damrau en el Teatro Real de Madrid. Ah, se siente. Las navidades, la organización de la misa por la familia, los Santos Inocentes... esas cosas, ya sabes.

Recital triunfal de Diana Damrau en el Teatro Real de Madrid.
Ganas tenía yo de escuchar a esta mujer en recital, ya que lo único que le había escuchado en directo fue la Zerbinetta de la Ariadne de hace unos añitos en este teatro, y el segundo acto de esa ópera me aburre sobremanera, así que la cogí con ganas, sí.

Damrau está en un momento de cambio en su carrera. Sigue cantando los papeles de coloratura pero ya está abordando algunos más líricos. La voz es potente e incisiva pero los registros medios y graves se los va a tener que ir trabajando con el tiempo.

Yo creo que hemos tenido la suerte de pillarla en este momento porque nos ha ofrecido lo que ha venido haciendo hasta ahora y lo que hará en el futuro.


En la parte coloratura salvaje se marcó un aria de Mitridate con unas variaciones endiabladas (sí, alguna cosilla se le fue por ahí) que nos dejó encantados y con ganas de más. Pero después, en vez de su reina de la noche, que era lo que todos esperábamos, cantó el aria de Pamina de la Flauta. Bien. La primera parte terminó con el rollete del Exsultate Jubilate, donde estuvo algo más plana, pero es que en particular a mí la pieza me resulta un tanto muermo y desconecto bastante.

La segunda parte ya sí que fue la gran fiesta que todos esperábamos. Empezó con el Barbero de Sevilla en una visión exagerada y particular. A ver, ella respiró donde quiso, fraseó como le dio la gana e hizo los adornos que le salieron del lerele. Incluso se marcó una especie de sevillanas al final. Espectáculo, sí, pero cantada con poderío.

Y si vamos a hablar de poderío, la gavota de la Manon fue de escándalo: valiente y rotunda. Espectacular.

Terminó el programa con la escena de La Sonámbula cantada con mucho gusto y donde volvió a demostrar que puede ser delicada y expresiva para al momento soltarnos unas agilidades tremendas. Muy bien.

Los bises no fueron todo lo lucidos que deberían haber sido. El público quiere carne y show, y las piezas elegidas, por muy bien cantadas que estuvieron, no provocan el entusiasmo circense que se esperaba. Nos quedamos sin un gran fin de fiesta, pero hay que reconocerle la honestidad a Damrau: ya lo había dado todo en la excelente segunda parte y los bises son eso: bises, no una tercera parte del programa. Cantó Doña Ana, una sentida Petite Table y el trilladísimo babbino.

Ovación y... esperamos volver a escucharla pronto.

Ah, la parte menos positiva del concierto: ¿a quién se le ocurre empezarlo con la Pequeña Serenata Nocturna de Mozart y así retrasar 20 minutos la entrada de la soprano? López Cobos me suele gustar en Mozart, pero ni estábamos esperando un concierto orquestal ni tampoco fue nada del otro jueves. Estuvo más comedido con el volumen que en otras ocasiones (aunque también con algunos chimpún chimpún que Diana Damrau pudo superar). La Pavana de Ravel tuvo un cromatismo musical sui generis y en las otras piezas la verdad es que desconecté.



Para mí, excelente broche musical para finalizar el año.

Diana Damrau.
Teatro Real de Madrid.
Ciclo Grandes Voces.
Miércoles 23 de diciembre de 2009.
Jesús López Cobos.

miércoles, diciembre 16, 2009

La ópera de tres peniques, un bodriete


A Marina Bollaín ya le tengo pillado el punto: Ella vive en sus mundos de Yupi y se piensa que toda obra musical es actualizable escénicamente de una manera pop y naïf haciendo cuatro monadas.

Le funcionó con su "Adiós Julián" porque era más cabaret que zarzuela, y a medias con "La Verbena de la Paloma" (no hay más que escuchar sus palabras en el documental que acompaña el dvd para ver lo perdida que está esta mujer), pero con La Ópera de Tres Peniques, de Brecht/Weill, traducida al español, la cosa le ha salido de lo más chunga.


Fundamentalmente porque la obra es una mezcla de teatro-cabaret que necesita un toque canallesco y sórdido que en el mundo happy de Marina no existe. Todo tiene un aire muy de musical de la Gran Vía o de zarzuela del Centro Cultural de la Villa.

Las referencias a situaciones actuales como el caso de los policías de Coslada, la alusión a Julián Muñoz, los "toques" a Gallardón y Esperanza Aguirre... sí, hacen gracia, pero son efímeras y puntuales, que habría que ir retocando con los años. No son lo suficientemente irónicas ni duras. Le falta garra.


Garra que también le falta a un grupo de actores cantantes en los que hay muchas desigualdades. La prosodia en las partes habladas no es que esté particularmente currada y da una sensación de zarzuela cutre que tira patrás.

Luego tenemos que la obra en sí es durita. Hay canciones que se hacen muy coñazo. Si la Bollaín quitó casi una hora de texto, según leo (menos mal, una hora más ahí dentro hubiera sido un suplicio), también podría haber eliminado alguna canción, porque francamente, la primera hora se hace muy dura de tragar.



Vocalmente, Enrique R. del Portal y Marco Moncloa se imponen y cumplen perfectamente como Mackie (Mac el Sheriff) y como una Jenny travesti (una pena que el personaje no esté más mimado escénicamente, sólo brilla en la canción de Salomón). El resto de actores/cantantes van de lo decente a lo insuficiente. Hay números que están pasables, pero otros daban pena. Al final de un horripilante trío de mendigos (Juan, Celia & Paula) hubo quien se levantó y se fue. La canción de Jenny la de los Piratas era de no creérsela de lo cutre. Y suma y sigue.



El público, de lo peor. Al lado nuestro había una pareja que apestaba a alcohol y que no pararon de comer y beber durante toda la obra. Detrás, una señora se empeñaba en tararear canciones que no conocía. Al final, bravos y aplausos.

En fin. Un bodriete de padre y muy señor suyo.

Lo mejor, haber conocido la sala Verde de los Teatros del Canal, una curiosa sala cúbica adaptable a los distintos espectáculos, con unas galerías a lo corral de comedias muy curiosas. Lo siguiente que ponen es Angelina o el honor de un brigadier, de Jardiel. Lo mismo me animo.


La Ópera de Tres Peniques (en español)
Kurt Weill, Bertolt Brecht
Enrique R. del Portal, Mar Maestu, Enrique Sequero, Eva Diago, Marco Moncloa
Marina Bollaín
Teatros del Canal, sala verde, Madrid, domingo 13 de diciembre de 2009

domingo, diciembre 13, 2009

Jenůfa, brutal


Lo siento, Jenufa, reina, pero por mucho que el título de la ópera te lo lleves tú, la que se lleva toda la expectación es la Kostelnicka. Ah, se siente, pero es que el papel es un bombón. Sin embargo, qué gusto da asistir a una Jenufa en la que el nivel artístico es tan alto y tan equilibrado que no se trata sólo de un paseo triunfal de la Sacristana.

Porque ojo con Amanda Roocroft. Tela. Voz ideal para el papel de Jenufa. Lírica, bella, timbrada pero también potente y con expresividad dramática. Estupenda. Consiguió emocionar.


Miroslav Dvorsky comenzó un poco tapado por la orquesta, pero luego se creció y ofreció un tercer acto muy bueno. El dúo final de Jenufa y Laca consiguió superar el anticlímax que supone que la ópera continué después de la escena de la confesión de Kostelnicka. Muy bien.

También estupendo Nicolai Shukoff como Steva, donde normalmente te ponen un cantante gritón que tiene que desgañitarse para superar la orquesta. Muy alto el nivel.

En su punto también la abuela de Mette Ejsing.

Y ya la sacristana, la Kostelnicka de Deborah Polaski. Qué mujer, qué poderío, qué expresividad y sobre todo qué capacidad de sacarle toda la chicha psicológica al papel, con unos pianos que ponían la carne de gallina. Normalmente para este rol se tira de una gran cantante de prestigio con la carrera ya en su recta final. Unas veces sale bien (muchos recordábamos a la impresionante Leonie Rysanek la última vez que se programó Jenufa en Madrid, que eclipsó a todo y a todos) y otras no tan bien (Eva Marton en Barcelona). Pero francamente es un gustazo escuchar a alguien que puede sacarle todo el jugo al papel. Además, como actriz, excelente.


En el reparto alternativo está Anja Silja, que me imagino dará un recital interpretativo pero vocalmente estará ya muy perjudicada.

La orquesta, a todo volumen y creando contrastes brutales entre el dramatismo y el lirismo. Sonó estupenda también.

Gran noche en Madrid, superéxito y recomendación a todos aquellos que se puedan sacar una entrada para los días que quedan del primer reparto (14, 17, 20 y 22). La palabra es BRUTAL.

Ah, que se me olvidaba la puesta en escena.
Al principio me dio mucho miedo eso de dos paredes y el suelo. Me temía lo peor, pero la verdad es que como el nivel musical fue tan alto, la obvié bastante. A partir del segundo acto el juego de contrastes de luces y colores tomó protagonismo y sirvió de marco perfecto para el drama. No se necesitaba más.


Jenůfa, de Leos Janacek.
Amanda Roocroft, Deborah Polaski, Miroslav Dvorsky, Nicolai Shukoff, Mette Ejsing
Ivor Bolton, Stéphane Braunschweig
Teatro Real de Madrid, viernes 11 de diciembre de 2009

Mira

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